Malas hierbas: guerra sin tregua

Pamplinas, bledo... son nombres de malas hierbas. Los usos del lenguaje las han convertido en sinónimos de cosas sin importancia. Sin embargo, los jardineros saben bien que la tienen: compiten por el agua, los nutrientes y el espacio vital con las plantas de cultivo del jardín o el huerto.

Las ortigas (género Urtica) son una de las malas hierbas más habituales; resultan especialmente agresivas por la sustancia urticante que liberan. Abajo, la pamplina (Stellaria media), planta anual o bianual.

¿Qué es una mala hierba? En malherbología se designa así a la planta indeseable, definición vaga que quiere decir que ha colonizado un espacio después de la instalación de una actividad humana y se ha convertido en dañina para ella de una forma directa o indirecta. Las malas hierbas impiden el correcto desarrollo de las plantas de cultivo por interacciones químicas y biológicas —daño directo—, o alteran la imagen estética o aumentan la dificultad del trabajo —daño indirecto—.

Las malas hierbas pueden ejercer un un efecto negativo directo sobre las plantas del jardín y el huerto por competencia por el agua, los nutrientes, la luz y el espacio de desarrollo.
Pueden tener un efecto negativo directo por competencia por los elementos necesarios para el crecimiento: agua, nutrientes, luz, espacio de desarrollo. Suelen ser invasoras, ya que han desarrollado una serie de adaptaciones en su reproducción (número de semillas, modo de fecundación...) y de su fisiología (crecimiento, competitividad...).

Según su ciclo de vida, hay:

• Malas hierbas anuales:

Se debe ir con cuidado con ellas porque producen grandes cantidades de semillas y, en consecuencia, se reproducen fácilmente y a gran velocidad. El invierno es la mejor época para desembarazarse de este tipo de hierbas.

• Malas hierbas perennes:

Sobreviven en invierno gracias a los tallos y raíces que tienen debajo de la tierra. Es absolutamente necesario cavar y extraer la raíz una por una.

Métodos de lucha indirectos

Para prevenir la colonización de malas hierbas es importante la preparación del suelo. El laboreo en el huerto, si es suficientemente profundo, las entierra junto con sus semillas. Sin embargo, algunas herramientas favorecen la multiplicación, como las que llevan discos, que ayudan a la propagación de especies con rizomas o estolones, ya que los rompen en fragmentos y los reparten. Antes de la implantación de un jardín o de un césped es interesante realizar una irrigación previa seguida de un secado. Las malas hierbas germinan y pueden ser eliminadas a continuación.

El mulching, en cualquiera de sus formas, también ayuda, ya que crea una barrera física que impide su crecimiento, a la vez que calienta el suelo y conserva la humedad. Lo mismo las plantas tapizantes, que no solo protegen el suelo de la acción mecánica de las lluvias y favorecen la infiltración evitando la pérdida del agua, sino que brindan un recubrimiento cerrado y permanente que reduce la proliferación de malas hierbas por efecto de sombreo y competencia por los recursos del medio.

¿Cómo erradicarlas?

• Escarda manual:

En los jardines es el sistema más utilizado. Es técnicamente sencillo, pero tiene algunos requerimientos. Si se hace demasiado tarde, las malas hierbas han ejercido ya una fuerte competencia con las plantas. Si el suelo está húmedo en el momento del arranque, algunas especies consiguen volver a crecer.

• Sistemas mecánicos:

La azada funciona muy bien para la escarda mecánica en el jardín (debe tener un cierto tamaño). Lo mejor es utilizarla después de un día caliente y seco, porque así las malas hierbas mueren fácilmente. Sus ventajas son muchas: se gana tiempo, las operaciones mecánicas requieren mucho menos tiempo que la escarda manual, y son menos pesadas. También deben hacerse de forma precoz.

• Sistemas químicos: herbicidas

(ver columna de la derecha).

Este artículo ha sido elaborado por Compo.


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