Kokedamas para un jardín suspendido
En japonés, kokedama significa literalmente bola de musgo, por el tapiz verde que envuelve el cepellón de estos peculiares parientes del bonsái. Suspendidos de finas cuerdas llenan de poesía cualquier espacio interior o exterior. Estos pequeños mundos flotantes se pueden posar también sobre un plato.
Las instalaciones de kokedamas del ecoartista holandés Fedor Van der Valk crean preciosos jardines ingrávidos. Emplea tanto arbustos de flor como bulbosas.Durante el siglo XVII, en el periodo dinástico Edo, se popularizaba entre las clases más humildes de Japón una técnica del cultivo del bonsái que consistía en mantener el cepellón de raíces sin maceta, envuelto en una arcilla especial. Con el tiempo, para mantener húmeda y contenida dicha arcilla, se empezaría a envolverlo con musgo. Con ello se consolidaba este bonsái de los pobres, en el que además de árboles y arbustos comenzaron a usarse plantas herbáceas de todo tipo.
El interés que despiertan hoy los kokedamas no obedece solo a su facilidad de cultivo, sino también a su estética. Aportan una nota verde y fresca tanto dentro como fuera de casa, ya que admiten plantas de interior y exterior. Normalmente se colocan encima de un pequeño plato o recipiente plano, aunque últimamente la tendencia es suspenderlos mediante finas cuerdas o hilos desde un techo o soporte, en solitario o varios de ellos a diferentes alturas. Esto los dota de cierta magia y mucho encanto. Los kokedamas pueden convertir terrazas y porches en espacios tan especiales como sorprendentes, y se integran especialmente bien en ambientes arquitectónicos modernos.
Un kokedama bien cuidado
Mantener un kokedama es sencillo, solo hay que tener dos precauciones básicas:
• Un lugar muy luminoso:
Se debe colocar en un lugar donde reciba mucha luz, pero fuera del sol directo y alejado de la calefacción o el aire acondicionado. Si es un kokedama de una planta de exterior debe situarse en la terraza o el jardín.
• Riego por inmersión:
Los kokedamas se riegan sumergiéndolos durante uno o dos minutos en agua, idealmente de lluvia o libre de cal. Se retiran y se dejan escurrir; cuando ya no goteen ha llegado el momento de devolverlos a su sitio. No se debe dejar que el musgo se seque del todo. Normalmente el riego se lleva a cabo dos veces por semana. Se pueden abonar con un fertilizante muy diluido, como el de orquídeas, una o dos veces al mes.
LOS KOKEDAMAS DE FEDOR VAN DER VALK
Tal vez nadie haya llevado tan lejos las posibilidades de los kokedamas como el ecoartista holandés Fedor van der Valk. Fiel a la tradición japonesa, de su taller de experimentación surgen los string gardens, instalaciones vegetales suspendidas en las que las plantas vegetan en el aire sin maceta ni recipiente, colgadas de delgados hilos. Recuerdan pequeños planetas ingrávidos coronados por un grupo de orquídeas, bulbosas en flor, plantas carnívoras del género Sarracenia, bromelias, alocasias, esparragueras, crasas... Utiliza incluso pequeños cítricos llenos de frutos, coníferas y arbustos como los ceanothus, magnolios, hortensias, azaleas, trepadoras como la flor de la pasión y los jazmines... y hasta geranios y aromáticas.