Jardinería con niños: sembrar en semilleros

Una forma didáctica y amena de introducir a los niños en el mundo de la botánica en general y la jardinería en particular es la siembra en semilleros. Es un procedimiento sencillo para obtener nuevas plantas, pero sobre todo muy educativo. Marzo es un mes ideal para sembrar en semilleros las plantas de flor del verano.

Los niños disfrutan de la experiencia de sembrar y ver crecer las plantas. Abajo, sembrando en un semillero con la ayuda de una hoja de papel.

Preparar el sustrato, esparcir las semillas, observar el nacimiento de las plantitas, atender su crecimiento y, en su momento, trasplantarlas a un recipiente mayor y desde allí a su lugar definitivo en una terraza o jardín: es la experiencia de la germinación, que tanto les gusta a los niños, pero llevada al terreno práctico de la jardinería y el huerto.

Los semilleros permiten controlar mejor el proceso de germinación. Además, cada plantita puede crecer en un alveolo sin competir con otras.
Con las semillas que producen las mismas flores, o con las que se compran en sobres en los centros de jardinería, se pueden conseguir muchas plantas nuevas de una forma económica, pero sobre todo, introducir a los niños en un mundo apasionante mientras aprenden y se divierten.

Naturalmente, se puede sembrar directamente sobre el terreno, pero para tener mayor control sobre la germinación, o simplemente para proteger con mayor eficacia las plántulas (temperaturas extremas, plagas, etcétera), es más conveniente hacerlo en tiestos o, mejor todavía, en semilleros.

• El semillero.

Se pueden comprar bandejas de germinación —cajas de plástico con tapa de cristal— o bandejas de alveolos; están provistas de agujeros de drenaje para el agua, y en menos espacio contienen más plantas, que además se desarrollan sin competir entre sí. También se pueden improvisar semilleros con envases de huevos o de supermercado, por ejemplo, siempre que sean poco profundos y tengan orificios en la base.

• El sustrato.

Existen sustratos especiales para semilleros, pero también se pueden hacer en casa mezclando una parte de turba con una parte de arena de río o de perlita fina, y dos partes de sustrato universal. Debe ser poroso (de partículas finas) para facilitar la germinación, y con capacidad para retener humedad sin encharcarse. Se rellenan los alveolos del semillero con este sustrato y se nivela para que quede al ras. En el momento de sembrar debe estar húmedo.

• La siembra.

Según el tamaño de las semillas se colocará una por celda, o dos o tres si son pequeñitas, y en ese caso separadas para que puedan crecer sin competir. Se cubren con sustrato no más de dos veces su altura; las pequeñitas solo se esparcen. Con un rastrillo, palita o tablilla se apisona suavemente para que entren en contacto con la tierra.

• La germinación.

La humedad y el calor propiciarán la germinación. Una tapa de plástico o vidrio sobre el semillero creará un efecto invernadero; según la especie se colocará a la luz o en la oscuridad. Conviene ventilar cada dos días. Al germinar se retira la tapa y se coloca el semillero en un lugar cálido y luminoso, fuera de los rayos del sol. A medida que crezcan se debe seleccionar la plantita más fuerte del alveolo y desechar las otras.

• El repicado.

Cuando las plántulas tienen un par de hojas se deben trasplantar a un recipiente mayor (aunque todavía no al definitivo). con la ayuda de un palito o tablilla. Se cogen por las hojas y se introducen en un hoyito en la tierra, se aprieta junto al tallo y se riega.

• Recolectar y conservar las semillas,


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