Construir una rocalla
Es la solución ideal para modelar los desniveles del jardín. Consiste en combinar piedras voluminosas con conjuntos de plantas de diferentes especies para crear un bello rincón verde. El secreto: la naturalidad. Aprovecha estos meses de menor actividad jardinera para planificarla.
Una rocalla permite aprovechar las pendientes del jardín para crear conjuntos de rocas y plantas sumamente decorativos. Abajo, el esquema que muestra cómo debes colocar los elementos.Orientada al oeste o al sur, resguardada del viento y expuesta a abundante luz solar: esa es la situación ideal para ubicar una rocalla. Además, conviene que el terreno no sea demasiado seco, cuente con buen drenaje y no tenga a su alrededor árboles grandes o setos.
La colocación de las piedras
Las mejores rocas son las calcáreas, sobre todo las calizas. Los granitos también quedan muy vistosos, y se suelen cubrir de musgo, lo que aporta un toque natural. Es preferible que las piedras tengan forma irregular y que sus dimensiones no sean inferiores a 60x30x30 centímetros. Conviene colocar primero las más grandes, y separarlas lo suficiente para que las plantas se puedan desarrollar holgadamente. Se debe enterrar en la tierra al menos la mitad de su volumen y poner la parte superior algo inclinada hacia la pendiente, para que el agua vierta a la tierra. Entre un nivel de piedras y el siguiente, la tierra debe quedar horizontal.
La plantación
No se debe plantar hasta varias semanas después de la colocación de las rocas, para que la tierra se asiente. La mejor época es a principios de la primavera, con la tierra húmeda. Es preferible hacerlo en grupos irregulares y colocar las plantas en escalones sucesivos, buscando la armonía entre colores, formas y épocas de floración. Las de mayor altura se ubicarán hacia los lados y las de la misma especie, en grupos. Una vez afirmada la tierra se riega ligeramente y, si existe riesgo de heladas, se extiende una capa de hojarasca o corteza.
Son varias las especies que se pueden plantar en una rocalla. Arbustos como el cotoneaster, el brezo o el rododendro, y coníferas como el junípero o la tuya, pueden formar la estructura de la composición. La nota de color la darán vivaces como el áster, la campánula, la clavelina y la lobelia, y bulbosas como el crocus, el ciclamen o el jacinto. En climas cálidos y secos lo mejor es utilizar plantas crasas como cactus, yucas, aloes y ágaves, o rastreras como la aptenia, el sedum y el drosantemo, que apenas necesitan agua. Las aromáticas también dan mucho juego en una rocalla.