Las plantas más zen
Una planta basta para darle un toque zen a un ambiente de interior. Escoge un bonsái, un ficus Ginseng, incluso un bambú de la suerte, y conseguirás darle un aire de calma y contención inconfundiblemente oriental.
Un salón con el toque oriental que proporcionan un gran bonsái, un escultórico ficus Ginseng y un manojo de bambú de la suerte de seis pisos en un tiesto plano.Los árboles en miniatura, convertidos en obras de arte naturales gracias a las antiquísimas técnicas del bonsái. Los escultóricos ficus Ginseng, que sacan partido a las extravagantes formas rollizas de las raíces del Ficus microcarpa para convertirse en un repertorio de falsos bonsáis mucho más fáciles de cuidar. Y el bambú de la suerte, en realidad una drácena (Dracaena sanderiana o Dracaena braunii) que puede vivir en agua y adoptar las formas más diversas: desde simples tallos con el extremo curvado en espiral a manojos de varios pisos, siempre de un luminoso color verde claro y rematados por pequeñas hojas. Uno solo de ellos basta para darle un toque zen a un ambiente. Este año son la Planta de interior protagonista de mayo del Flower Council of Holland.
Bonsáis, ficus Ginseng y bambú de la suerte exigen, de más a menos, distintos grados de mantenimiento y cuidados.
bonsáis
Los pueden convertirse en el punto de partida de una apasionante afición, aunque son los que demandan mayor dedicación. Para empezar, no hay que olvidar que son árboles, de modo que lo ideal es que vivan al aire libre, excepto los de especies de origen tropical o subtropical, que se adaptarán mejor a los ambientes de interior siempre que sean suficientemente luminosos.
Un cuidado indispensable y que no se puede dejar de atender en ningún caso es el riego: cuentan con muy poco sustrato en la bandeja y deben recibir agua cada vez que la tierra se vea seca y según las exigencias de la especie. Se han de regar suave y delicadamente para no levantar el sustrato, dejando que se empape todo el tiesto hasta que el agua salga por los agujeros de drenaje, evitando así que la base quede encharcada. En Iniciación al bonsái: ¿cómo debes cuidarlo? te contamos qué otras atenciones requieren.
El ficus Ginseng o falso bonsái
Más fácil de mantener y adaptarse a la vida dentro de casa es el ficus Ginseng, siempre que disponga de un sitio con mucha luz pero a salvo del sol directo. Estos curiosos ejemplares son el producto de un verdadero montaje: sobre esas raíces de aspecto leñoso, que tardan muchos años en desarrollar sus raras formas de mandrágora, se injertan frondosas ramitas de ficus de hojas muy pequeñas. El resultado son esos ejemplares con aspecto de bonsái que verás de muchos tamaños en tu centro de jardinería. Como todos los ficus, agradecerán que se le proporcionen riego con moderación y humedad mediante pulverizaciones con agua para compensar la sequedad ambiental. El cepellón debe permanecer húmedo aunque en ningún caso empapado. Tienes más información en El ficus ‘Ginseng’ y su asombrosa raíz.
El bambú de la suerte
El bambú de la suerte ocupa el escalón más bajo en mantenimiento y dedicación de estas tres plantas zen. Ni siquiera necesitan tierra: se pueden cultivar en hidroponía a cambio de una renovación semanal del agua (mejor si es de lluvia o neutra). Los tallos sueltos van bien en jarrones de formas sencillas con una capa de guijarros en el fondo que sirva para mantenerlos rectos, y entre 5-8 centímetros de agua para que las raíces permanezcan sumergidas del todo. Si se presenta en forma de manojos atados se ha de procurar que en el fondo del tiesto haya siempre agua limpia. No necesitan mucho más, siempre y cuando estén en un entorno muy luminoso pero fuera del sol directo.
Las plantas se han de retirar del agua una vez al mes para limpiar cuidadosamente las raíces bajo el grifo, así como los guijarros y el propio recipiente, lo que evitará que surjan microorganismos que puedan provocar pudrición. Si el agua huele es mala señal. El bambú de la suerte también se puede cultivar en tierra. En ese caso se le deben brindar los cuidados que reciben drácenas comunes, como la Dracaena deremensis. El más importante: regar lo justo para que el sustrato mantenga cierto grado de humedad, pero sin encharcar. Es clave que el tiesto cuente con un buen drenaje y que el sustrato sea poroso y rico. Tienes más información en Una drácena en tu salón.