Las plantas de jardín que dan alimento a los pájaros

El camino regresivo de la luz y la temperatura en otoño envía un mensaje claro a las aves: es hora de migrar o de permanecer y urge hacer acopio de energía. Nuestro jardín puede serles de gran ayuda por los frutos y semillas que producen las plantas ornamentales e incluso por las flores que atraen insectos. Te contamos en cuáles encuentran los pájaros la mejor ‘despensa’.

Las flores secas de los sédums (Hylotelephium) proporcionan semillas a un herrerillo, uno de los pájaros de plumaje más vistoso. Foto: iStock

Àlex Fenollar,

Texto_ paisajista

Hoy, una creciente y saludable conciencia ecológica recorre nuestros jardines. La vemos en el incentivo de la fauna salvaje (instalación de hoteles de insectos, elección de plantas melíferas, construcción de pequeños estanques y refugios…) y, de forma muy especial, en el cuidado de las aves. El otoño representa una oportunidad fantástica de demostrarles a los pájaros cuánto valoramos su presencia en el jardín. “En este momento del año disminuye la cantidad de insectos disponibles en el medio natural para aves de dieta mixta, que recurren a semillas y frutos. Además, con la bajada de las temperaturas aumenta su requerimiento energético”, explica Ignacio Fernández Calvo, biólogo y técnico de SEO/BirdLife especializado en temas de conservación de la biodiversidad urbana.

El otoño representa una oportunidad fantástica de demostrarles a los pájaros cuánto valoramos su presencia en el jardín, ofreciéndoles alimento.

El otoño representa una oportunidad fantástica de demostrarles a los pájaros cuánto valoramos su presencia en el jardín, ofreciéndoles alimento.

El otoño representa una oportunidad fantástica de demostrarles a los pájaros cuánto valoramos su presencia en el jardín, ofreciéndoles alimento.

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El otoño representa una oportunidad fantástica de demostrarles a los pájaros cuánto valoramos su presencia en el jardín, ofreciéndoles alimento.

El otoño representa una oportunidad fantástica de demostrarles a los pájaros cuánto valoramos su presencia en el jardín, ofreciéndoles alimento.

La elección de plantas con valor nutritivo para las aves va más allá de los clásicos arbustos de bayas, que sin duda cumplen su función y además les ofrecen refugio frente a depredadores y espacios seguros para nidificar. Muchas herbáceas, sobre todo vivaces y gramíneas, tan apreciadas en los jardines naturalistas, representan una fuente de alimento interesante. En primer lugar, por sus frutos y semillas: especies con inflorescencias que se secan de forma ornamental durante estos meses guardan manjares para las aves. Algunas semillas permanecen en las flores, perfectas para los pájaros que las sobrevuelan, y otras se precipitan a tierra, donde son aprovechadas por aves acostumbradas al suelo. Estas últimas agradecerán que dejemos los restos vegetales donde caen para escarbar en ellos.

Floraciones de otoño para atraer insectos

Otro de los motivos por el que los jardines naturalistas contribuyen al cuidado de las aves es por su defensa de las floraciones fuera de los momentos álgidos de la primavera y el verano. Durante el otoño, en días cálidos, es fácil ver polinizadores que apuran las condiciones benignas en torno a flores con fresco néctar, atrayendo como imanes a los pájaros en busca de proteína. Además, algunos insectos hibernan o depositan sus larvas en emplazamientos seguros de flores, follaje y leños, otras de las delicias de las aves en el jardín.

“Recomendamos una gestión menos intensiva de praderas en zonas del jardín. Dejar altos céspedes y adventicias favorece la presencia de insectos, así como la instalación de hoteles”, señala Ignacio Fernández Calvo.

Bayas de arbustos y trepadoras

Una gran cantidad de arbustos que florecieron en primavera y verano se engalanan en otoño de bayas oscuras, rojas, anaranjadas, amarillas... que ingieren o picotean aves frugívoras como los mirlos, zorzales, herrerillos, carboneros o currucas capirotadas. Entre los más apreciados, los Berberis, que les proporcionan un contenido moderado de antioxidantes; los Cotoneaster y Pyracantha, de frutos más bajos en antioxidantes pero muy duraderos en las plantas; los Crataegus, muy altos en antioxidantes, y los rosales que producen decorativos escaramujos, en especial los de la Rosa spinosissima. Entre las trepadoras destacan las madreselvas (Lonicera), la parra virgen (Parthenocissus) y especialmente la hiedra común (Hedera helix), de gran valor por ser una de las últimas en florecer. Hacia febrero empiezan a comer los frutos de los manzanos ornamentales.

Herbáceas vivaces, bianuales y anuales

Los modernos jardines de vivaces y las praderas ornamentales representan también una fuente de alimentación para las aves urbanas y rurales. Muchas asteráceas (margaritas) de floración tardía que se dejan sin podar hasta bien entrado el invierno, como las Echinacea, Rudbeckia, ásteres (Symphyotrichum), Coreopsis y girasoles (Helianthus anuus), lucen ahora cabezas secas repletas de nutritivas semillas. También los Echinops y sédums (Hylotelephium), cuyas diminutas flores dan paso a semillas muy valiosas para aves granívoras como jilgueros, pardillos, verderones y verderillos. En jardines naturalistas, las arquitectónicas cabezuelas espinosas de cardos como el Dipsacus fullonum pueden ser grandes aliadas de las aves.

Semillas de gramíneas ornamentales

En los últimos años, las gramíneas se han convertido en las estrellas del jardín moderno en otoño. Desde mediados del verano, sus espigas, racimos y panículas se van preñando de semillas. En los centros de jardinería es fácil encontrar diversas especies de Festuca, una gramínea de follaje azulado cuyas semillas se asemejan mucho a las del alpiste, pero más pequeñas. También son valiosas las del Panicum virgatum, cuyo denso follaje les ofrece cobijo durante el invierno, así como las de la de distintas Muhlenbergia, el Chasmanthium latifolium o el Miscanthus sinensis. En climas húmedos son apropiadas la Deschampsia cespitosa o el Sporobolus heterolepis, que además crean una sugerente bruma entre las masas de vivaces, como en los célebres jardines de Piet Oudolf.


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