Peonías arbóreas: la reina china de las flores
Las peonías arbustivas, o arbóreas, llevaban siglos de cultivo en su China natal y Japón cuando desembarcaron en Europa a mediados del siglo XIX. La reina china de las flores, gran protagonista de las artes decorativas en ambos países, echaba raíces en los jardines del Viejo Continente para deslumbrar con sus magníficas corolas. Al abanico de flores que hoy prodigan sus cientos de cultivares se suman los híbridos Itoh, cruce de peonías leñosas y vivaces.
La peonía Hillary, un híbrido Itoh, producto del cruzamiento entre variedades leñosas y vivaces. Foto: Mille dOrazioEn los días templados de la primavera, las corolas rosadas de las peonías arbustivas rivalizan con las glicinas en flor en los Jardines Altos del Generalife. La luz y las temperaturas suaves de marzo y abril miman sus flores suavemente fragantes. Al llegar el verano, será la alta sombra de los árboles la que las proteja del intenso sol granadino. En un clima tan distinto al de su China natal, estas peonías arbustivas precisan otros cuidados imprescindibles: un suelo perfectamente drenado, riegos periódicos y un abonado frecuente.
A finales de los años 40, el viverista japonés Toichi Itoh conseguía cruzar peonías leñosas y herbáceas. El resultado son los híbridos Itoh, que reúnen lo mejor de ambas.
Se supone que esta planta de enormes flores llegó a la almunia nazarí en el siglo XIX. En su libro Garden Flora, el paisajista y escritor Noël Kingsbury fija en el año 1844 la entrada a Europa de estas peonías leñosas, las de la especie Paeonia suffruticosa, desde Japón. Poco tiempo después llegaban las Paeonia rockii, también arbustivas. “Ambas causaron gran agitación: entre las plantas que se introdujeron en ese tiempo fueron unas de las más preciadas”, escribe. No era para menos: sus enormes corolas perfumadas, coronando unas ramas delgadas guarnecidas de abundante follaje verdeazul, resultaban asombrosas. Y no solo en los jardines sino también en los jarrones, en espléndidos ramos. ¿Qué flores conocidas podían competir en tamaño —12 a 25 centímetros de diámetro—, complejidad— corolas simples, semidobles o dobles, con pétalos bellamente rizados— y colores con estas suntuosas peonías?
Un reinado varias veces centenario
Estas plantas llevaban reinando en su China natal desde hacía siglos. Cuenta Kingsbury que fueron privilegio exclusivo de la aristocracia durante la dinastía Tang (618-907) y se popularizaron durante la dinastía Song (960 y 1279), cuando se plantaron se forma extensiva, se desarrollaron numerosas variedades y se crearon incluso jardines solo de peonías. La pasión por estas plantas también existía en Japón, pero nunca alcanzó las cotas de China, donde se la considera la reina de las flores, omnipresente en la porcelana, los biombos y los textiles, y símbolo de la riqueza, el honor y también la femineidad.
Dentro de los cientos de variedades y cultivares de Paeonia suffruticosa que existen —se estiman que rondan los 1.500— las hay también blancas, amarillas, anaranjadas, rojas, rojo borravino, púrpuras y de todos los tonos intermedios. En el centro suele asomar un radiante mechón de estambres amarillos.
Las peonías arbustivas o arbóreas suelen ser multitronco. La estructura puede quedar oculta por el follaje o consistir en unas pocas ramas esbeltas, guarnecidas de hojas bellamente divididas, que se arquean con el peso de las flores. Alcanzan en general entre 1,5 y 2,5 metros de altura y extensión.
A finales de los años 40, el viverista japonés Toichi Itoh conseguía cruzar peonías leñosas y herbáceas. El resultado son los híbridos Itoh o peonías interseccionales, que reúnen lo mejor de ambos tipos. Como sus parientes vivaces, son tuberosas y pierden su parte aérea con la llegada del frío, pero rebrotan en primavera para generar un vigoroso arbusto erguido con el precioso follaje azulado muy recortado de las arbóreas y grandes flores semidobles. Son muy rústicas y de fácil cultivo.
CÓMO SON Y QUÉ NECESITAN LAS PEONÍAS
• La mayoría de las peonías arbustivas cultivadas que se venden en España son injertadas, lo que asegura un mejor resultado en los jardines que las vivaces. El patrón o portainjertos se adapta mejor a los suelos pobres y calizos.
• Pierden las hojas en otoño, pero soportan el frío intenso (hasta -29º, zonas 5-9). No obstante, deben ser protegidas de las heladas tardías que pueden quemar el follaje nuevo y las flores, dado que son de floración temprana.
• Son de muy lento crecimiento —tardan entre cinco y diez años en alcanzar su tamaño máximo— y extraordinariamente longevas siempre que se les procuren las condiciones adecuadas. Una vez establecidas son muy resistentes.
• Si disponen de sol o mucha luz florecerán generosamente, aunque en las regiones más cálidas es preferible protegerlas del sol abrasador, el calor y los vientos fuertes y desecantes.
• Necesitan espacio alrededor: aproximadamente 1,5 metros cuadrados o más, según el cultivar. También viven bien en macetas amplias.
• Exigen un suelo profundo, fresco (con un cierto grado de humedad), fértil y rico en humus. Es clave que drene bien. Toleran cierta alcalinidad.
• Deben recibir agua con regularidad, pero sin excesos. No soportan el encharcamiento.
• Es importante binar periódicamente el suelo en torno al pie de la planta para romper la costra dura que se forma en la superficie y airearlo.
• Agradecerán que se les aporte abono orgánico en otoño, y un fertilizante equilibrado en torno a la base de la planta en primavera.
• Las flores marchitas se deben suprimir en verano cortando por encima de los nuevos brotes.
• Requieren una poda mínima. Las ramas secas se deben eliminar al final del invierno.
• Los ejemplares a raíz desnuda se plantan hasta marzo, y los de contenedor todo el año, aunque lo ideal es que sea en otoño.