Pasión por los nenúfares

Nombrar estas flores es nombrar a Monet, que las pintó cerca de 250 veces. Con él entraron en la historia del arte y, sin embargo, “son grandes desconocidas”, dice Tomás Escribano, dueño de un conjunto de más de 120 nenúfares. Parte de su colección se puede ver ahora en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, en Madrid.

Las flores rosa intenso con estambres oscuros del nenúfar tropical nocturno ‘Red Flare’ se abren al atardecer. Se ha cultivado con éxito en el Real Jardín Botánico-CSIC de Madrid. Foto: Tomás Escribano

La pasión de Tomás Escribano por los nenúfares empezó gracias a otros conspicuos habitantes del agua: las carpas koi que tenía en un estanque de su casa en una urbanización de Madrid. “Pronto se ganaron mi corazón”, cuenta. De eso hace 35 años. Variedades tailandesas, australianas, japonesas, chinas, venezolanas... forman parte hoy de una extraordinaria colección que abarca más de 120 Nymphaea distintas.

Su trabajo como tripulante de cabina de una línea aérea le ha permitido recorrer el mundo buscando en viveros y jardines botánicos especies y cultivares no solo del género Nymphaea sino también de otras plantas acuáticas emparentadas con ellas (Nymphaeaceae), como las del género Victoria o la Euryale ferox , de hojas gigantescas.

Muchas de estas plantas florecen de la primavera al otoño en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, desafiando el clima de Madrid.

Muchas de estas plantas florecen de la primavera al otoño en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, desafiando el clima de Madrid.

Muchas de estas plantas florecen de la primavera al otoño en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, desafiando el clima de Madrid.

Muchas de estas plantas florecen de la primavera al otoño en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, desafiando el clima de Madrid.

Muchas de estas plantas florecen de la primavera al otoño en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, desafiando el clima de Madrid.

Muchas de estas plantas florecen de la primavera al otoño en el estanque oval del Real Jardín Botánico-CSIC, desafiando el clima de Madrid. Este año 2020 es el tercer año consecutivo en el que planta sus nenúfares en él. En julio de 2018, Tomás plantó una Victoria cruziana de magníficas hojas circulares y flores blancas, y numerosas variedades australianas e híbridos intersubgenéricos obtenidos del cruzamiento de subgéneros tropicales y rústicos. “Las variedades australianas pertenecen a un subgénero de nenúfares tropicales fascinante, el Anecphya”, comenta. Entre ellas destacan la Nymphaea gigantea ‘Albert de Lestang’, de grandes flores blancas — unos 45 centímetros de diámetro— con una corona roja en la base de los estambres, “la más popular de las aussies por su fácil cultivo”, y ‘Deep Purple’, de un radiante color violeta.

Otra curiosidad que ha donado al jardín madrileño es la ‘Red Flare’, de hojas rojas y flores rosa fuerte con estambres oscuros. “Es un tropical nocturno cuyas flores se abren al anochecer y se cierran hacia la una de la tarde. Las hemos cultivado con gran éxito en el Botánico y son perfectas para quien trabaja de día y quiere ver sus flores abiertas”.

Nenúfares rústicos y tropicales



Según su tolerancia a las bajas temperaturas se pueden distinguir dos grandes grupos de nenúfares: rústicos, capaces de resistir los inviernos fríos (zonas 7-10), y tropicales, que no los soportan (zonas 10-12). “Se pueden reconocer observando las hojas”, explica Tomás Escribano. “En los tropicales son finas con bordes habitualmente ondulados o dentados; en los rústicos, en cambio, suelen ser más gruesas y coriáceas, con márgenes lisos”. Las hojas pueden lucir bellísimas variegaciones o motas —rojizas, marrones, marrón azulado, blancas y rosadas, amarillas— o ser totalmente rojas.

“Las tropicales forman tubérculos que crecen de forma radial; las rústicas, rizomas horizontales”.

Las flores también dan pistas: “Las rústicas pueden ser de muchos colores, pero nunca azules o violetas, y siempre son diurnas; en cambio entre las tropicales hay algunas violetas, como el híbrido ‘Galaxy’ (en el slide de abajo), uno de mis favoritos, y algunas se abren solo de noche”. Las flores pueden ser muy grandes (Nymphaea ampla), medianas (Nymphaea nouchali var. caerulea, Nymphaea micrantha) o diminutas (Nymphaea minuta, Nymphaea thermarum).

Los nenúfares contribuyen a generar biodiversidad en los estanques. Sus flores atraen a los polinizadores gracias a sus vibrantes colores, su atractiva corona de estambres y petaloides, y su néctar.

Los híbridos intersubgenéricos

Durante mucho tiempo se buscó sin éxito conseguir nenúfares totalmente rústicos de tonos azules o violeta. “La buena noticia es que cruzando especies rústicas con tropicales se han conseguido los llamados híbridos ISG, intersubgenéricos, totalmente resistentes al frío y de bellísimos colores púrpura, como el ‘Detective Erika’ ”, señala Tomás.


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