Palmeras: el símbolo del trópico

Las decorativas palmeras evocan paisajes de islas de arenas blancas. La mayoría proviene, en efecto, de regiones tropicales; sin embargo, las hay que resisten varios grados bajo cero. En jardines, macetas e interior, hay una palmera para cada lugar.

La palmera canaria (Phoenix canariensis), muy frecuente las costas mediterráneas y los dos archipiélagos, soporta temperaturas de hasta -5º. Abajo, una palma de Washingtonia filifera.

Existen más de 3.000 especies de palmeras en el mundo, la mayoría procedentes de regiones cálidas. Por ello, a la hora de escoger un ejemplar para el jardín es importante tener en cuenta su resistencia al clima del lugar. Hay algunas, como el palmito de la China (Trachicarpus fortunei), capaz de soportar el calor extremo, pero también temperaturas por debajo de -15º. Es frecuente verla en el centro de la Península, cuando la mayoría de las palmeras prefieren la humedad de las costas, especialmente la mediterránea.

Las palmeras tienen a su favor su carácter perennifolio, lo que asegura el verde en jardines y terrazas. Muchas son rústicas, capaces de soportar el frío y el aire contaminado de las ciudades.
Otra especie capaz de adaptarse al clima del centro de España y resistir temperaturas de -10º y el contaminado ambiente urbano es la Washingtonia filifera, de tronco muy largo y hojas palmeadas de gran diámetro. Lo mismo sucede con la butiá (Butia capitata y Butia yatay), arecáceas de origen suramericano.

La palmera canaria (Phoenix canariensis), muy frecuente las costas mediterráneas y los dos archipiélagos, soporta hasta -5º. La decorativa Rhapis excelsa, de hojas palmeadas, también resulta bastante rústica. En cambio, las gráciles arecas (Dypsis lutescens), o palmera amarilla, de varios troncos, necesitan un clima cálido, semisombra y humedad ambiente. Su cultivo en el interior de casa ejerce un efecto purificador (ver).

En general, las palmeras exigen una exposición a pleno sol y suelen vivir bien en cualquier tipo de suelo, aunque los prefieren ricos en materia orgánica, bien drenados y ligeramente húmedos. Necesitan riego medio, pero la humedad ambiental les resulta muy beneficiosa. Se pueden utilizar como ejemplares aislados, en grupos, o en procesión a lo largo de un paseo cuando son muy esbeltas.

Muchas palmeras se adaptan a la vida en maceta, aunque crecerán menos y más lentamente. En todo caso necesitarán mucha luz. Todas las mencionadas hasta aquí pueden vivir en una terraza. A medida que vayan creciendo habrá que trasplantarlas a un tiesto mayor, rico en materia orgánica. El cepellón debe ser acorde a la altura del ejemplar, y compacto.

Las palmeras de interior

Muchas palmeras no soportan la dureza del frío, por lo que deben cultivarse a cubierto siempre y cuando se les aseguren determinadas condiciones de luz y humedad ambiental. La kentia (Howea forsteriana) es una de las estrellas entre las palmeras de interior. Se emplea para decorar grandes espacios, donde puede llegar a alcanzar los 3,5 a 4 metros de altura. Requiere mucha luz y humedad; caso contrario, no prospera y se debilita o enferma. Para dar mayor sensación de volumen se plantan varios ejemplares en la misma maceta. Para ver cómo se cuida pincha aquí.

La chamaedorea (Chamaedorea elegans), en cambio, puede vivir con menos luz y resiste la sequedad del aire, pero agradece las pulverizaciones. Puede alcanzar los 2 metros de altura. Actúa como planta purificadora (ver).

Otras palmeras que viven bien en interiores son las arecas (Dypsis lutescens), pero necesitan mucha humedad ambiente.

• ¿Qué les pasa a tus palmeras?,

• Plantas purificadoras: aire limpio dentro de casa,


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