Magnolias que anuncian la primavera (1ª parte)

De las ramas desnudas del invierno a una explosión de tulipanes y nenúfares rosados, o estrellas blancas, cuando llega la primavera. El extraordinario espectáculo de las copas floridas de estas magnolias nativas del Extremo Oriente merece hacerles un sitio en el jardín o la terraza. En tu centro de jardinería encontrarás numerosos cultivares, que multiplican los tonos y las formas de las flores. ¡Pocas plantas dan una bienvenida así a la llegada del buen tiempo!

Flores de Magnolia x soulangeana. Abajo, florecidas entre arbustos topiarios, el marco más adecuado para conseguir un bello contraste.

A diferencia de la Magnolia grandiflora, que abre sus grandes corolas blancas en verano, estas rompen su letargo invernal con una floración intensa y copiosa: un explosivo recibimiento a la primavera en forma de tulipanes, nenúfares o estrellas. En la mayoría de las especies, las flores surgen antes de que salgan las hojas. Solo por esa explosión de color se merecen un lugar en el jardín o la terraza.

Todas estas magnolias pertenecen al subgénero Yulani a del género Magnolia. La Magnolia liliiflora (o Yulania liliiflora), también llamada Mulán —atención al nombre de heroína china, una buena pista sobre su origen y fortaleza—, es un pequeño árbol (alcanza los cuatro metros de altura) nativo de Sichuan y Yunnan, áreas de marcado clima continental en el sudoeste de China. En su país de origen y Japón se cultiva desde hace varios siglos.

Todas estas magnolias son árboles o arbustos caducifolios generalmente pequeños, de no más de cuatro metros de altura, muy ramificados desde el suelo. Pueden soportar grandes fríos.
Del cruce de esta magnolia con la Magnolia denudata proviene una de las más populares, la Magnolia x soulangeana, también llamada magnolia tulipán por la forma de sus flores. En cambio, las flores de la Magnolia stellata, originaria de Japón, son estrellas blancas o rosadas de hasta 30 tépalos estrechos, al igual que las de los híbridos Magnolia x loebneri, rosadas, y Magnolia ‘Gold Star’, amarillas.

La magnífica Magnolia campbellii ofrece grandes flores en forma de nenúfar. Y los híbridos de la Magnolia sprengeri, flores de hasta 30 centímetros de diámetro y tépalos redondeados. En las flores de las magnolias, como en las de los tulipanes, no se diferencia la corola del cáliz, por ello las partes que las integran se llaman tépalos y no pétalos (que forman las corolas) ni sépalos (que forman los cálices). Los tépalos son todos iguales en forma y color. Las flores atraen a las abejas y mariposas y, exepto en los híbridos, suelen producir frutos en forma de piña.

Árboles y arbustos caducifolios

Todas estas magnolias son árboles o arbustos caducifolios generalmente pequeños, de no más de cuatro metros de altura, muy ramificados desde el suelo o con una copa capaz de ofrecer una buena sombra en verano. La excepción son la Magnolia sprengeri y la Magnolia campbellii, verdaderos árboles que pueden alcanzar entre 8 y 20 y entre 30 y 35 metros de altura, respectivamente. Salvo esta última, todas estas magnolias empiezan a dar flor incluso cuando son ejemplares jóvenes.

De todas las especies mencionadas existen hoy numerosísimos cultivares, que multiplican los tonos de las flores, desde el blanco más puro al crema y el amarillo, y de los rosados muy pálidos con la base apenas manchada de rosa al púrpura más intenso.

¿Qué tienen en común?

• Una gran rusticidad:

Dado su origen en las zonas centrales de Asia, se caracterizan por una gran resistencia al frío: hasta -34º (USDA 4-9), y del mismo modo soportan los calores extremos e incluso la sequedad.

• Sustrato rico y ácido:

Prefieren los suelos profundos, húmedos, bien drenados, humíferos y ácidos. Algunas toleran los calcáreos.

• Sol o semisombra:

En general conviene procurarles un lugar resguardado y en sombra ligera o semisombra, aunque viven bien al sol. Una orientación sur favorecerá una floración más precoz, lo que puede acarrear mayores posibilidades de que resulte afectada por las heladas tardías; en una orientación norte florecerán más tarde.

• Bajo mantenimiento:

Son de fácil cultivo y no requieren cuidados especiales. A lo sumo deben ser protegidas de las heladas tardías, y del frío extremo cuando son jóvenes. Ofrecen bastante resistencia a las plagas y enfermedades.

• No toleran bien los trasplantes:

Se pueden plantar en cualquier momento del año, pero deberá ser en el lugar definitivo. Padecen mucho con los trasplantes. Se ha de procurar no enterrar el cuello de la raíz.

• Riego moderado:

Una vez establecidas pueden soportar la falta de agua, aunque no sin sufrimiento.

• Poda de limpieza:

Solo requieren una poda que elimine las ramas secas, rotas, desviadas o cruzadas. Los botones florales que se abrirán en primavera se suelen comenzar a ver el verano anterior, de modo que si es imprescindible podar debe hacerse inmediatamente después de la floración.

Ver 2ª parte.


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