Lirios barbados: ‘alta costura’ en el jardín (1ª parte)

Complejas corolas de pétalos que suben y sépalos que bajan y se arquean como alas. Texturas deliciosas que recuerdan el organdí, la seda y el terciopelo. Y una exhibición de tonalidades y combinaciones cromáticas sin rival en el mundo verde. Al barroco traje floral de estos lirios no le falta ni siquiera la extravagancia de unas barbas de colores. La jardinería actual no podía prescindir de estas perfumadas flores de pasarela en las plantaciones de vivaces. Un clásico en (eterno) retorno.

Los tonos morados y lavanda del lirio ‘Lent A. Williamson’, un cultivar histórico de 1918, irrumpen entre masas de Erica darleyensis al pie de los abedules en un jardín en Rascafría, Madrid, diseñado por los paisajistas Urquijo-Kastner (c).

Llegaron a Europa occidental probablemente con los romanos, permanecieron en los jardines de los monasterios desde los albores de la Edad Media, formaron parte de los exuberantes floreros de las pinturas del Barroco, llenaron de azul los paisajes de flores de Monet y Van Gogh…

Los lirios son plantas de bajo mantenimiento y pocas necesidades de agua y suelo. Soportan la sequía y el frío intenso. Aportan estructura por sus hojas y una floración extraordinaria.

Los perfumados Iris germanica, los llamados lirios azules, pertenecen por derecho propio a la historia de los jardines como una de las flores de estructura más asombrosa: tres pétalos erguidos, tres sépalos —las alas— que bajan y se arquean hacia afuera, adornados con barbas de coloridos pelos unicelulares, y los estilos de la flor, con aspecto de pétalos, en el interior de la corola. Todo un traje de alta costura, de texturas exquisitas, de una planta que exige muy poco a cambio en climas como los de España.

“Utilizo lirios por su bajo mantenimiento y pocas necesidades de agua y suelo”, afirma el paisajista Fernando Martos. “Aportan estructura por sus hojas y una floración increíble, equiparable a muchas orquídeas”. Resistencia —“toleran bien tanto la sequía como el frío intenso”— y facilidad de cultivo y multiplicación, destaca entre sus cualidades el paisajista Miguel Urquijo. “¡Son puro Mediterráneo!”.

Pero además, estos lirios ya no solo solo azules: “Creo que su gama de colores es la más amplia de todas las flores, por encima incluso de las rosas, lo que hace posible la combinación con otras especies y/o tonalidades”, sostiene Urquijo. Ese extraordinario abanico cromático es fruto de las hibridaciones, que se iniciaron de forma sistemática en el siglo XIX, según cuenta el paisajista y escritor Noël Kingsbury en su libro Garden Flora. El autor cifra en aproximadamente 10.000 los cultivares de lirios barbados disponibles hoy en día.

En las combinaciones de vivaces

“A su riquísima paleta de color se añade la precocidad de sus floraciones en relación con otras herbáceas y arbustos, así como la prolongación de la temporada floral en función de las variedades”, comenta el paisajista Jesús Moraime. Por ello, la mezcla de lirios con otras especies herbáceas y arbustivas es habitual en sus proyectos: “Aportan las texturas de sus hojas acintadas, la verticalidad de sus inflorescencias, su penetrante perfume y el rico cromatismo de sus flores”, señala. Utiliza el clásico Iris germanica de flores moradas oscuras, y muchas variedades, como ‘Annabel Jane’, de color azul celeste, una de sus favoritas. “Las paletas de tono melocotón me interesan como contrapunto a mis coloraciones favoritas en otras herbáceas y arbustos, en la gama de los azules, morados y rosas”.

El acento vertical que proporcionan las largas varas florales (bohordos) de los lirios es una cualidad especialmente apreciada por Miguel Urquijo. “Alturas que van desde los pocos centímetros hasta 120 o más, de modo que se pueden situar en primera o segunda fila, o incluso por detrás de un arbusto mediano”. Esto le permite usarlos “para puntuar aquí y allá, en vez de plantarlos en grandes masas”. Una vez que ha pasado la floración y se ha podado la vara, la planta queda disimulada entre otras especies.

Por la altura que alcanzan sus tallos florales, los lirios se clasifican en grandes, de 70 centímetros a más de un metro de altura; intermedios, de 40 a 70 centímetros, ideales para borduras, rocallas, macizos de vivaces, pendientes y taludes, incluso en sitios expuestos al viento; lilliput, de 25 a 40 centímetros, para los mismos usos que los intermedios, y enanos o miniatura, de 12 a 20 centímetros, para tiestos, rocallas y primera línea de borduras y arriates.

Dos meses de flores… y remontantes

La floración de los lirios dura habitualmente unas tres semanas. Para conseguir prolongarla a lo largo de dos meses, el productor francés Cayeux recomienda utilizar variedades de cinco grupos distintos: los más precoces en florecer son los enanos, los siguen los lilliput, luego los intermedios, a continuación los grandes iris —precoces, medios y tardíos— y, por último, los Iris laevigata, Iris pseudoacorus e Iris sibirica.

Algunos lirios barbados son remontantes y reflorecen desde finales del verano a mediados del otoño, como ‘Golden Inmortal’, totalmente amarillo; ‘Rosalie Figge’, morado y de aspecto aterciopelado; ‘Eternal Bliss’, blanco con matices lavanda y barbas mandarina; ‘Autumn Circus’, de pétalos blancos salpicados y rebordeados de azul añil y sépalos blancos con finas rayas, o ‘Mariposa Autumn’, con pétalos y sépalos en blanco y violeta rosado.

En la 2ª parte te contamos cómo se cuidan los lirios.


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