Hortensias: la gran belleza (2ª parte) / Cómo cuidarlas

En esta segunda parte del reportaje Hortensias: la gran belleza te explicamos qué condiciones de cultivo y cuidados necesitan estas magníficas plantas para dar lo mejor de sí. Además te contamos las singularidades de las Hydrangea macrophylla mophead (cabeza de mopa) y lacecap (cofia de encaje), y las Hydrangea quercifolia, las llamadas hortensias de hojas de roble.

Para cultivar en los tiestos de la terraza son perfectas las variedades de hortensias compactas. En la foto, distintas variedades y colores de Hydrangea macrophylla e H. paniculata.

En la Cornisa Cantábrica las hortensias pueden vivir bien al sol, aunque su lugar ideal es al pie de los árboles caducifolios, donde no solo obtienen algo de sombra sino también un suelo fértil, fresco, blando y bien drenado. En el resto de España, la semisombra e incluso la sombra, siempre que sea luminosa, son obligadas para evitar que las abrase el sol y las heladas tardías estropeen los brotes. Cubrir el suelo con un acolchado de abono orgánico es una buena práctica: contribuye a mantener la humedad del sustrato y les proporciona al mismo tiempo los nutrientes que necesitan.

El color de las hortensias está directamente relacionado con el pH y la presencia de aluminio en el suelo: una mayor acidez garantiza a la planta aluminio soluble para una reacción azul o violeta.

El color de las hortensias está directamente relacionado con el pH y la presencia de aluminio en el suelo: una mayor acidez garantiza a la planta aluminio soluble para una reacción azul o violeta.

El color de las hortensias está directamente relacionado con el pH y la presencia de aluminio en el suelo: una mayor acidez garantiza a la planta aluminio soluble para una reacción azul o violeta.

El color de las hortensias está directamente relacionado con el pH y la presencia de aluminio en el suelo: una mayor acidez garantiza a la planta aluminio soluble para una reacción azul o violeta.

Rechazan los suelos secos y no toleran la sequía. Su única y gran exigencia es disponer de agua de forma regular, preferentemente de lluvia o libre de cal. Lo más conveniente es instalar riego por goteo para que no se mojen las hojas y las densas corolas.

Si las hortensias del jardín disponen de un suelo rico bajo los árboles caducifolios o se ha acolchado el suelo con compost no precisarán aportes extra de abono.

Los ejemplares en tiesto, en cambio, necesitarán al plantarlos que se les aporte tierra de castaño o sustrato para acidófilas, y abono orgánico de liberación lenta, ya sea compostado o granulado, o especial para hortensias.

Estas plantas son bastante resistentes a las plagas. Solo hay que mantener a raya a los caracoles y babosas, que perforan las hojas. Las hortensias no exigen muchos cuidados, excepto la poda en algunas especies. La Hydrangea quercifolia y la Hydrangea petiolaris, por ejemplo, no se podan.

HYDRANGEA MACROPHYLLA

Cabeza de mopa o cofia de encaje

Son las hortensias más típicas, de grandes hojas (por eso macrophylla) y, sobre todo, enormes corimbos redondeados (mophead), formados por innumerables florecillas, todas estériles, o lacecap, más planas, en las que las florecillas con pétalos (sépalos en realidad) son estériles, aunque muy atractivas para los polinizadores, y enmarcan un sinfín de minúsculas flores fértiles. Los sépalos —tres, cuatro, cinco… o dobles— pueden ser redondeados o puntiagudos, con márgenes lisos o dentados.

Es, además, la especie que ofrece la mayor gama cromática: del blanco al rosa claro, el rosa fuerte, el púrpura, el violeta y los azules suaves y saturados. Pero, además, los obtentores han conseguido que los tonos cambien durante la larga vida de las flores.

El color está directamente relacionado con el pH y la presencia de aluminio en el suelo: una mayor acidez garantiza a la planta aluminio soluble para una reacción azul o violeta; a mayor alcalinidad, este elemento permanece insoluble y las plantas florecen en tonos rosados. Para recuperar el azul se puede aportar turbia rubia al suelo o aplicar un azulador de hortensias, que contiene aluminio y hierro quelatado y además acidifica el sustrato (se debe suministrar de febrero a julio). La intensidad del color depende sobre todo de la genética del cultivar; los de floración blanca cambiarían apenas a un tono azul muy leve.

La Hydrangea macrophylla exige poda al final del invierno: se debe cortar un tercio de las ramas que florecieron, por encima de un par de buenas yemas, y eliminar al ras la madera muerta.

HYDRANGEA QUERCIFOLIA

Hojas lobuladas y un otoño de fuego

En los últimos tiempos, esta hortensia nativa de EEUU ha ganado presencia en los jardines. Da flores blancas simples o dobles en panículas más o menos alargadas y luce unas hojas muy recortadas, similares a las del roble, que se tiñen de tonos rojos brillantes al llegar el otoño. Las matas son altas y redondeadas y se pueden utilizar también en setos informales.

En el cultivar ‘Snow Queen’ (cuenta con la distinción Award of Garden Merit de la Royal Horticultural Society por sus cualidades jardineras), las grandes y densas corolas pasan del blanco crema a un rosado al envejecer, lo que coincide con el cambio de color del follaje del verde oscuro a los amarillos y rojos otoñales; vive bien en climas más cálidos (zonas 5-10). En el ‘Burgundy’ las hojas son de color borravino. La ‘Tennessee Clone’ es muy florífica y las ramas se arquean por el peso de las panículas; su follaje se vuelve dorado.

Estas hortensias no necesitan poda, o en todo caso muy leve y apenas al morir las flores, ya que florece en la madera vieja. Si el frío la ha afectado se puede volver a recortar ligeramente a comienzos de la primavera.

Ver 1ª parte

Ver 3ª parte

Hortensias: explosión de belleza,

Un jardín de acidófilas,

Un jardín de hortensias de puertas adentro,


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