Filodendros: las hojas más escultóricas

La costilla de Adán es solo la hermana mayor, la más conocida y espectacular, de los cientos de filodendros que existen. Estos enamorados de los árboles han dejado la umbría de los bosques tropicales para aclimatarse en el interior de las casas.

A medida que crecen, las hojas de la costilla de Adán (Philodendron pertusum o Monstera deliciosa) van recortándose, troquelándose y ganando belleza; pueden alcanzar un metro de largo.

En realidad, la mayoría son lianas, de ahí el nombre: Philodendron, de philo, amor, y dendron, árbol. Plantas acostumbradas a trepar abrazándose a los grandes árboles de las selvas tropicales y subtropicales de América. De allí pasaron a los jardines de las regiones cálidas —en Canarias y Andalucía es frecuente verlos a la sombra en jardines y patios—, los invernaderos y el interior de las casas, ceñidos a un tutor envuelto en musgo. Sus largas raíces aéreas les permiten fijarse a los troncos (o sus sucedáneos) y los muros, de los que absorben la humedad. Aunque menos numerosas, hay también especies arbustivas.

Pocas plantas pueden competir con los filodendros en la belleza de las hojas. Ejercen, además, un beneficioso efecto purificador.
Pocos géneros botánicos pueden competir con los filodendros en la belleza de las hojas: desde las gigantescas, troqueladas y profundamente recortadas de la costilla de Adán ( Philodendron pertusum o Monstera deliciosa), cualidades a las que se suma un efecto de encaje y encrespamiento en el P. selloum o bipinnatifidum y el P. laciniatum (más pequeñas en su caso), a las acorazonadas del P. scandens y el P. oxycardium (o P. cordatum), que no superan los 10 centímetros y lucen en largas guías cuando se cultivan como plantas colgantes (también en hidroponía). Todas estas especies son de hojas verdes, más oscuras en el caso de la costilla, más claras en las demás. Pero también las hay variegadas (P. hastatum variegatum), cobrizas (‘Red Congo’ y P. erubescens) y gris metalizado (P. sodiroi). Y no faltan las que exhiben marcadas nervaduras blancas, como P. gloriosum, de hojas grandes y lisas en forma de corazón, con bordes rojos, y P. melanochrysum, más alargadas.

Estas escultóricas hojas son siempre coriáceas y brillantes, especialmente en los cultivares ‘Emerald Queen’, de un verde extraordinario, y ‘Red Congo’. En el P. squamiferum y P. verrucosum, los pecíolos están recubiertos de un espeso pelo rojo. Puro trópico.

CULTIVOS, CUIDADOS Y MULTIPLICACIÓN

• Suelo:

Los filodendros necesitan un suelo rico, húmedo, con buen drenaje y abundante materia orgánica.

• Luz:

Necesitan luminosidad moderada; si se cultivan en el exterior deberá ser a la sombra o en semisombra. El exceso de sol amarillea y quema las hojas.

• Temperatura:

Como plantas tropicales que son no soportan el frío (USDA 10-11). Viven mejor entre los 15º y los 22º. La temperatura mínima nocturna ha de ser 13-15º, y la mínima diurna, de 18-20º.

• Riego:

El sustrato debe secarse entre riegos. El encharcamiento les resulta perjudicial. Conviene pulverizar con agua el follaje y las raíces aéreas, especialmente en verano. En invierno necesitan menos humedad.

• Abono:

Cada 15 días, de marzo a septiembre, precisan abono para plantas de interior.

• Enemigos:

La cochinilla y la araña roja son las plagas más comunes. Cuando hay exceso de humedad en el sustrato pueden aparecer hongos que producen manchas en las hojas.

• Limpieza:

Las hojas se deben limpiar del polvo con un algodón humedecido con agua jabonosa; de paso se previene la proliferación y el ataque de insectos y ácaros.

• Poda:

No se deben recortar las raíces aéreas ya que por ellas absorben la humedad. Las hojas amarillentas, viejas y rotas y las flores marchitas deben eliminarse. Mucho cuidado con la savia, que es irritante.

• Beneficios:

Ejercen efectos purificadores en el ambiente (ver Plantas purificadoras ).

• Plantación:

Preferentemente en primavera.

• Multiplicación:

En primavera, por acodo aéreo o esqueje apical. Conviene dejarlo en agua con un trozo de carbón vegetal hasta que emita raíces, antes de plantarlo.

• Macetas:

No deben ser demasiado grandes respecto al tamaño de la planta, ni tan pequeñas que las raíces se apelotonen. Al plantar, el nivel de las raíces debe quedar entre 2 y 4 centímetros por debajo del borde del tiesto, y cubrirse con sustrato. Antes de regar por primera vez conviene dejar que el sustrato se seque del todo. Las hojas de la nueva planta deben humidificarse a menudo.


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