¡Disfruta de una areca en tu salón!

La areca, con sus abundantes palmas arqueadas y su verde exuberancia tropical, proyecta una agradable sensación de serenidad a la vez que atrapa todas las miradas. Compite con la kentia por ser la reina de los salones, con una doble ventaja: es más asequible y fácil de cuidar.

Grandes o pequeñas, las frondosas arecas son incomparables como palmeras de interior. Además, estas decorativas palmeras ejercen un efecto purificador en el ambiente.

La areca se abre hacia lo alto a modo de una espléndida fuente de palmas arqueadas. Sus finos y abundantes tallos amarillos expanden sus numerosos foliolos creando una masa de follaje ligero que evoca su origen tropical —Filipinas, Madagascar, el sur de la India— y una serena sensación de calma. Como tantas plantas tropicales, esta palmera también ejerce un efecto purificador en el ambiente: funciona como un filtro natural de sustancias volátiles, en su caso formaldehído y xileno especialmente, y proporciona humedad. Este año, la areca es la planta de interior protagonista de febrero del Flower Council of Holland.

Puntos a favor de las arecas

Como la tan apreciada kentia (Howea forsteriana), la areca (Dypsis lutescens) pertenece a la familia de las Arecáceas. Ambas se parecen mucho cuando las plantas son jóvenes. El truco para distinguirlas es fijarse en los foliolos, en su caso mucho más finos y estrechos. Con la kentia compite por el reinado en los salones, solo que al ser de rápido crecimiento, la areca es más asequible. También es menos delicada y más fácil de cuidar.

La areca compite con la kentia por el reinado en los salones, solo que al ser de rápido crecimiento resulta más asequible. También es menos delicada y más fácil de cuidar.

La areca compite con la kentia por el reinado en los salones, solo que al ser de rápido crecimiento resulta más asequible. También es menos delicada y más fácil de cuidar.

La areca compite con la kentia por el reinado en los salones, solo que al ser de rápido crecimiento resulta más asequible. También es menos delicada y más fácil de cuidar.

La areca compite con la kentia por el reinado en los salones, solo que al ser de rápido crecimiento resulta más asequible. También es menos delicada y más fácil de cuidar.

Otra ventaja de las arecas es la variedad de tamaños disponibles: las hay muy pequeñas, desde 40 centímetros, ideales para colocar sobre un mueble, hasta ejemplares de más de tres metros de altura y tallos de 5-7 centímetros de diámetro, que necesitan tiestos de al menos un metro de diámetro.

Cuidados: el secreto está en el riego

Cuanto más grande es el ejemplar de areca, más fácil de cuidar. La clave está en el riego: debe recibir agua de forma regular en función de su tamaño, de manera que el sustrato nunca se seque del todo.

• Luz:

Necesita un ambiente luminoso, aunque sin excesos. No le conviene estar expuesta a la luz demasiado intensa de los meses de verano, y mucho menos al sol directo, que quema las palmas.

• Humedad:

Como especie tropical, precisa una atmósfera más húmeda de lo que es habitual en los ambientes de interior, especialmente si funciona la calefacción. La falta de humedad produce la desecación de los extremos de los foliolos de las palmas. Es preciso pulverizar diariamente el follaje con agua. El riego no compensa la falta de humedad ambiental.

• Temperatura:

No lleva bien las temperaturas inferiores a 12º; si hace más frío sería necesario protegerla con una manta o funda térmica o simplemente con film transparente. Acusa las bajas temperaturas con manchas marrones en los foliolos. También sufre con el calor seco de los radiadores, de los que hay que mantenerla alejada. En primavera se la puede sacar al exterior, pero siempre bien protegida del sol directo y el viento.

• Riego:

Necesita bastante agua, preferentemente templada y libre de cal. Se debe regar una o dos veces por semana en primavera y verano y cada 15-30 días cuando está en reposo. Es aconsejable esperar a que el sustrato se seque un poco (nunca del todo) antes de volver a regarla. El exceso de agua y su acumulación en la base del tiesto dan pie a la aparición de enfermedades fúngicas, que muchas veces se manifiestan como una tonalidad amarillenta o manchas en las hojas; esto es todavía más crítico en invierno. Asimismo, quedarse sin agua, especialmente en verano, puede causarle serios daños: el cepellón no debe secarse.

• Tiesto:

Una hidrojardinera o maceta de autorriego es ideal para la areca porque le permite disponer a demanda del agua que necesita.

• Sustrato:

Cuando la trasplantes utiliza un sustrato con turba y coco.

• Abono:

Cada 15 días, desde marzo a octubre, debe recibir fertilizante específico para palmeras diluido en el agua de riego, y una vez al mes el resto del año. Si aparecen puntos negros en las hojas de las plantas más viejas es señal de que hay en la maceta una alta concentración de sales; en ese caso será necesario lavar el sustrato regándola en abundancia y dejando que el agua escurra bien para que se lleve ese exceso.

• Poda:

Las palmas viejas, estropeadas o que adquieran un color amarillento deben eliminarse con una tijera de poda afilada y limpia.

• Plagas:

Las cochinillas cerosa y algodonosa pueden aparecer en el follaje; se combaten con un fitosanitario y se retiran a mano. En ambientes cálidos y secos será necesario vigilar la presencia de la araña roja. Lee ¿Qué les pasa a tus palmeras?


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