Descubre los rhipsalis

Son cactus, pero no provienen de ninguna zona desértica sino de los bosques tropicales y subtropicales. Son epífitos de largos y finos tallos que cuelgan de las ramas de los árboles. Con su aspecto de despeinadas pelucas, los rhipsalis se han ganado un lugar entre las especies de interior más apreciadas. Han sido la Planta del Mes de octubre de la Oficina Holandesa de Flores.

Largas cabelleras y cabezas revueltas: los rhipsalis resultan muy atractivos como decoración viva. Además, son fáciles de cuidar.

En la familia de los cactus, las especies del género Rhipsalis son particularmente singulares. Para empezar, por su origen: no son el producto de los rigores de ninguna zona desértica, sino que provienen de las regiones tropicales y subtropicales —América Central y del Sur, África y algunas islas del océano Índico—. De ahí su preferencia por los ambientes húmedos, muy luminosos y las temperaturas cálidas (soportan hasta -1º, zonas 10-11). No toleran el sol directo, que les produce quemaduras, ni tampoco las heladas, que acaban con ellos.

Los rhipsalis lucen una abundante ramificación, a menudo muy entrecruzada. Predominan los tonos verdes muy claros y vivos, incluso amarillentos.
Como no han tenido que defenderse de los herbívoros, tampoco suelen tener espinas, con algunas pequeñas excepciones y siempre en la juventud. Pero, además, los rhipsalis son cactus epífitos: en origen crecen sobre las ramas de los árboles, desde las que cuelgan sus largos, delgados y carnosos tallos (es una suculenta, como todos los cactus) en forma de desordenada cabellera. Otros se han adaptado a vivir sobre las piedras (litófitos).

Son plantas de abundante ramificación, a menudo muy entrecruzada. En algunos, los tallos se elevan formando una espesa maraña. Predominan los tonos verdes muy claros y vivos, incluso amarillentos. Sus finas ramas pueden ser cilíndricas, angulares o planas (estas especies suelen ser más sensibles al frío), divididas en segmentos.

La floración de los rhipsalis no es relevante, a diferencia de otros cactus epífitos como los de los géneros Schlumbergera y Rhipsalidopsis, de espectacular floración. Suelen emitir flores pequeñas e incluso minúsculas, blancas por lo general. En algunas especies dan lugar a bayas esféricas traslúcidas, blancas, amarillas con visos rosados e incluso rojas.

Cómo cuidarlos

Los rhipsalis no son plantas muy exigentes en cuidados. “Su dueño puede irse de vacaciones durante una, dos o incluso tres semanas sin problema, siempre y cuando los haya regado bien antes de partir”, dicen en la Oficina Holandesa de Flores. Excepto en las zonas más cálidas de España, como la costa tropical andaluza y Canarias, deben mantenerse dentro de casa gran parte del año, como plantas de interior.

• Ambiente:

Precisan un lugar cálido y luminoso —sombra ligera o luz tamizada— y una atmósfera húmeda. Deben ser protegidos de las corrientes de aire.

• Temperatura:

La temperatura ideal se sitúa entre los 18 y 20º. En invierno no debería bajar de 10º.

• Sustrato:

Necesitan un suelo rico, fresco, ácido y bien drenado. Se puede conseguir mezclando un tercio de arena, un tercio de tierra de jardín y un tercio de tierra de brezo. También se puede utilizar sustrato para orquídeas.

• Riego:

Se deben regar de forma regular, preferentemente con agua de lluvia o descalcificada. Es muy importante dejar que la tierra se seque entre riegos. En el período de reposo hay que interrumpir el suministro de agua y dejar la tierra prácticamente seca. El encharcamiento les produce podredumbre. En verano agradecerán las pulverizaciones cada dos o tres días con agua libre de cal.

• Abono:

Con el agua de riego se les debe proporcionar abono para cactus (pobre en nitrógeno) una vez al mes.

• Multiplicación:

En primavera y verano se reproducen fácilmente mediante esquejes de segmentos de los tallos.

Cactus: a falta de agua, mucha belleza,

www.rhipsalis.com


Contenidos relacionados