Cóleos: de púrpura y oro

Fáciles de cuidar y bastante resistentes a plagas y enfermedades, las vistosas hojas de los cóleos ponen su nota de color tanto dentro de casa, siempre que reciban mucha luz, como en el exterior.

Aunque el género incluye unas 150 especies, los híbridos de Solenostemon scutellarioides (arriba y abajo) son los más conocidos y utilizados en jardinería en España.

Aunque siempre estuvieron incluidos en el género Coleus, en una reciente reclasificación los cóleos han pasado a formar parte del género Solenostemon. Se trata de plantas vivaces o anuales originarias de zonas tropicales de África, Centroamérica, Asia e islas del Pacífico. Suelen ser de porte arbustivo, erecto y ramificado, y presentan tallos carnosos y hojas perennes con envés velloso e intensamente variegadas en tonos púrpuras, rojos y amarillos. En primavera y verano pueden desarrollar insignificantes flores que es preferible eliminar para que las plantas concentren así toda su energía en el follaje, mucho más vistoso.

Para que la coloración de las hojas de los cóleos se mantenga es básico que reciban mucha luz e incluso algo de sol directo.

Para que la coloración de las hojas de los cóleos se mantenga es básico que reciban mucha luz e incluso algo de sol directo.

El género incluye unas 150 especies, con numerosos híbridos y cultivares de formas y colores muy variados. Al proceder de lugares tropicales, y aunque se adaptan bien a otros climas, para que los cóleos mantengan la coloración de su follaje es clave que reciban abundante luz. Incluso conviene que les dé algo de sol directo, pero evitando siempre que sea en las horas centrales del día, sobre todo en pleno verano.

Dónde situarlos

Dentro de casa, el sitio ideal para ubicarlos es junto a los cristales de una ventana, en una estancia fresca. La calefacción provoca la caída de las hojas; deben alejarse de las fuentes de calor y, en caso de que el ambiente esté muy reseco, aumentar la humedad poniendo cerca un humidificador o un recipiente con un poco de agua y algunos guijarros.

En primavera y verano pueden permanecer en el exterior, a la sombra o en semisombra. Pero al llegar el otoño hay que pasarlos al interior, ya que no resisten las heladas. Sólo en las regiones más cálidas de nuestro país, como la costa de Málaga y Granada o las islas Canarias, pueden permanecer todo el año a la intemperie.

Necesidades de agua y abono

Los cóleos no son muy exigentes con el riego. Necesitan sustratos bien drenados, ya que el exceso de agua hace que pierdan sus hojas y desarrollen enfermedades fúngicas. En verano, cuando la planta está en crecimiento activo, hay que regarla cada dos o tres días, pero en otoño bastará con una vez a la semana. En invierno solo es necesario mantener el sustrato ligeramente húmedo para que reposen. Lo importante es que no se sequen del todo y evitar mojar las hojas, ya que se estropearían.

Al ser una planta de rápido crecimiento es recomendable nutrirla en primavera y verano cada 10-15 días con un fertilizante líquido que se añadirá al agua de riego.

Si se mantienen en condiciones óptimas es raro que los cóleos sufran plagas o enfermedades. Los ambientes resecos pueden favorecer la apareción del pulgón, la cochinilla o la mosca blanca, pero son fáciles de eliminar con cualquier insecticida.

Poda y reproducción por esquejes

Con la llegada del otoño, algunos tallos y hojas de los cóleos se secan. Es el momento perfecto para una poda severa: se dejan solo los tallos principales con algunos brotes, que serán los que crecerán en primavera. Si la planta no necesita ser sometida a una poda fuerte, se puede esperar y a principios de invierno despuntarla para favorecer la brotada primaveral.

Durante el crecimiento conviene pinzar las puntas periódicamente para que mantenga su forma compacta y globosa, así como eliminar las espigas de flores.

Para que se mantenga el color del follaje la reproducción debe ser por esquejes, un método fácil y seguro. Se puede practicar en casi cualquier época del año, aunque lo ideal es aprovechar los restos de la poda otoñal. Se deben escoger los tallos más sanos y mejor formados y cortarlos para que tengan una altura de unos 8 a 15 centímetros. Conviene eliminar sus hojas inferiores y dejar únicamente un par de ellas justo en el extremo superior. Se pueden plantar directamente en una maceta o bandeja con turba, o dejar que emitan raíces en un recipiente con agua.


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