Buganvillas: fuego magenta
Magenta, rojo, púrpura, anaranjado, rosado y hasta blanco, las masas de encendidos colores de la buganvilla irrumpen en los meses más cálidos del año. En las zonas de clima mediterráneo es feliz, pero también en el norte atlántico.
En verano las buganvillas estallan en vibrantes colores. El dicho dice cuanto más sufrida más florida, sin embargo no resiste las heladas. Abajo, árbol de buganvillas del Getty Center de Los Ángeles.Aman el sol, por eso las costas españolas son uno de sus hábitats favoritos. Sobre las paredes encaladas de los pueblos mediterráneos, pero también en el Norte, las buganvillas estallan en vibrantes colores en una de las floraciones más espectaculares del verano.
Pero las buganvillas también se pueden cultivar en tiestos, cuanto más grandes mejor, o en originales bonsáis, y adaptarse a vivir en invernaderos e interiores, siempre que sean muy luminosos, como sucede con la Bougainvillea ‘Alexandra’.
Tacto de papel
El singular cromatismo de la floración de las buganvillas se debe propiamente no a las auténticas flores, que son pequeñas y blancas, sino a las brácteas, hojas modificadas que en número de tres las rodean, y que adquieren, amén de sus encendidos colores, una texura parecida al del papel. Es por ello que a algunas variedades, como la B. glabra, de origen brasileño y brácteas púrpuras o magentas, se las llama flor de papel.
La B. peruviana, por su parte, presenta brácteas rosadas y magentas. La híbrida B. x buttiana ofrece incluso una floración de color amarillo limón (‘Golden Glow’), anaranjado (‘Louis Whaten’) o carmesí (‘Mrs Butt’). De la B. spectabilis, otra de las buganvillas más populares, existe también una variegada.
Fáciles de cultivar en el clima apropiado
Las buganvillas no son difíciles de cultivar, antes al contrario: hay un dicho que asegura que “cuanto más sufrida, más florida”. Sin embargo, apenas resisten las heladas, por ello no se dan en climas como los del centro de la Península, donde, contra sus costumbres de perennifolias, pierden las hojas, cuando no mueren. En caso de frío intenso hay que ponerla a cubierto, o protegerla con plásticos y acolchar las raíces. En climas de fuerte insolación e inviernos suaves producen flores desde la primavera al otoño, que surgen en las ramas que han brotado esa primavera.
• Exposición:
Necesitan una exposición soleada para florecer en abundancia.
• Suelo:
Crecen en cualquier tipo de suelo, pero mejor si son fértiles y bien drenados. No les van bien los arcillosos, que retienen demasiada agua para sus preferencias; el encharcamiento les resulta insoportable.
• Riego:
Durante el verano necesitarán riego generoso, pero sin excesos; si se cultivan en maceta, es mejor esperar que la tierra se seque antes de regar otra vez. En invierno habrá que espaciar el riego, e incluso suspenderlo si han perdido las hojas. Resisten bien la sequía, otra señal de su buena adaptación al clima mediterráneo.
• Abono:
No necesitan abono si están en el suelo; si viven en una maceta, habrá que suministrarles uno para fomentar la floración, pero sólo hasta que florezcan.
• Enemigos:
Sus enemigos son la cochinilla algodonosa en especial, la mosca blanca, los ácaros y los pulgones, que habrá que combatir con productos específicos.