Un hurón como animal de compañía

Son pequeños, simpáticos, juguetones. Por algo los hurones ocupan hoy el tercer puesto entre las mascotas preferidas de los norteamericanos, por detrás de perros y gatos.

Los hurones agradecen los paseos, aunque no son obligatorios. Pueden vivir sueltos por la casa, pero también conviene que tengan su jaula. Abajo, crías de hurón.

Aunque puede parecer una mascota nueva y exótica, los hurones llevan más de 2.000 años domesticados y haciendo compañía al hombre (las primeras pruebas arqueológicas de ello datan del 1500 a.C.).

El hurón es limpio, curioso y dormilón como el gato, y sociable y simpático como el perro. Pero, además, su piel y su pelo no producen alergia.
Estos mamíferos miden unos 20 centímetros de longitud sin contar con la cola, tienen el cuerpo muy flexible, la cabeza pequeña y las patas cortas, por lo que históricamente han sido utilizados en la caza de conejos y otros animales que viven en madrigueras. En los últimos tiempos también han ayudado a transportar cables por pequeños conductos.

De la familia de los mustélidos —como la comadreja, el visón, el tejón y la mofeta— tienen lo mejor de los perros y los gatos: la limpieza y la curiosidad de los felinos y la sociabilidad y la simpatía de los canes. Pero no hay que sacarlos (obligatoriamente) a pasear, no se vuelven ariscos con el paso de los años y, además, son hipoalergénicos, lo que los convierte en la opción ideal para las personas alérgicas a la piel y el pelo de las mascotas más comunes.

Cómo se cuida a un hurón

Los cuidados que hay que prestarles son muy sencillos. Pueden vivir libres por la casa, siempre que se les enseñe a hacer sus necesidades en un lugar especialmente acondicionado para ello. Pero también es conveniente contar con una jaula bien equipada por si los dueños se ausentan durante unos días del hogar. Con una camita, un recipiente para la comida, otro para el agua, una cajita para los desechos y algún elemento de diversión, como rampas o túneles, será suficiente. Además, pueden convivir sin problemas con otros hurones y se llevan de maravilla con perros y gatos.

Limpios y juguetones

Los hurones tienen fama de desprender un fuerte olor, pero evitar ese problema es muy sencillo. Los hurones domésticos que se venden en algunos centros de jardinería suelen estar castrados, ya sean machos o hembras, y carecen de las glándulas anales responsables de su mal olor. Además, llevan el chip de identificación implantado. Aparte de reducir considerablemente su tufillo, la castración evita los posibles problemas del primer celo de las hembras. Bañarlos una vez al mes, mantener limpia su jaula y utilizar desodorantes u otros productos de higiene son otras medidas recomendables para una feliz convivencia.

Los hurones son muy dormilones —descansan entre 14 y 18 horas—, pero cuando están despiertos requieren toda la atención de sus dueños. Aunque son bastante independientes, les encanta jugar, hacer piruetas e investigar todo lo que encuentran a su paso, así que hay que estar muy pendientes de ellos para evitar que se hagan daño o se escapen de casa. Su nivel de actividad alcanza su apogeo durante las últimas horas de la tarde y el comienzo de la noche.

Un carnívoro muy frugal

Mantener a un hurón es bastante económico: comen poca comida y las visitas al veterinario no son frecuentes. Basta con ponerles dos vacunas al año (contra el moquillo canino y la rabia), hacerles dos desparasitaciones y llevarlos a una revisión anual.

La mejor alimentación posible es la comida específica para hurones que se encuentra en los centros de jardinería, pero también se les puede administrar comida de alta calidad para gatos jóvenes, que contenga carne de pollo, ternera o pavo. Los cereales y el pescado les resultan muy difíciles de digerir, y los dulces, aunque les encantan, se les deben dar con moderación, ya que pueden ocasionarles problemas de páncreas. Darles comida casera es otra opción, aunque menos recomendable, porque si se acostumbran a un menú concreto, no querrán comer otra cosa.


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