Las familias numerosas tienen encanto, también las de mascotas, siempre que se lleven bien. El secreto es preparar a perros, gatos y humanos para que reine el cariño fraternal. Son cuatro escenarios —perro conoce a perro, gato conoce a gato, gato conoce a perro, perro conoce a gato—, cuatro estrategias.
Que perros y gatos coexistan en armonía, jueguen juntos y se quieran depende en gran medida del acierto de los amos en la gestión de las primeras fases de la convivencia. No es verdad que sean enemigos naturales.No hay fórmulas mágicas, si acaso la del conocimiento del comportamiento animal y la paciencia. Cada gato o perro es un mundo y su reacción dependerá del carácter innato, la educación recibida y la edad, aunque en ambas especies existan razas más tranquilas y por tanto proclives a la convivencia. No debería darse nada por supuesto hasta comprobar la reacción en el cara a cara: celos, bufidos y hasta agresiones entran en el guion.
Lo más habitual es que el nuevo perro sea un cachorro. Ayuda mucho a la convivencia llevarle al veterano una manta impregnada con el olor del pequeño. También es útil que los presentes previamente en un par de ocasiones durante poco tiempo y en un lugar neutral, un parque por ejemplo, para que después se reconozcan. Si hay gruñidos u hostilidad es bueno calmar los ánimos con premios a ambos para que asocien la toma de contacto con un resultado positivo. De todas formas no olvides sujetarlos con correas y la paciencia de nuevos intentos.
Ya en casa, prepara una habitación aparte para el cachorro con el kit completo: boles de comida y bebida, cama, juguetes; una separación tipo malla es perfecta para proteger sin aislar, con el fin de que el veterano se acostumbre a la nueva presencia. Que no falte el sentido común: vigila los contactos entre ellos e interviene rápidamente si surgen problemas. Es clave tratarlos equitativamente tanto en premios, estímulos y atención, como en regaños. Sí, es difícil no consentir al cachorro, pero ganará la paz doméstica. En cuanto haya confianza dales de comer en la misma habitación.
Si el nuevo gato es cachorro debes aprovechar el periodo de socialización para acostumbrarlo al contacto con personas y otros animales. Si es adulto, el periodo de adaptación puede llevar algunas semanas. Cuando el felino-jefe recele y reclame su territorio, reserva un espacio aparte para el recién llegado y premia al veterano con caricias si después se muestra tranquilo en presencia del okupa; jamás lo regañes o añadas tensión a la escena. Frota a cada uno con un trapo y úsalo como alfombrilla del cuenco de comida del otro, así ambos se habituarán a sus olores en un contexto placentero; repite la operación cada día en varias ocasiones.
Prueba el contacto de forma dosificada: primero, haciendo que los dos coman con una puerta de por medio, y después entreabriéndola unos centímetros para que puedan olisquearse, juntar hocicos y darse las manos. Permite que el nuevo felino explore la casa con el anterior encerrado mientras tanto; poco a poco dejará de quejarse al salir y percibir el aroma del invasor.