Rosas inglesas en una abadía francesa

En 2014, el creador de las nuevas Rosas Inglesas, David Austin, inauguraba un gran jardín de rosas en el entorno histórico de una abadía benedictina próxima a París. En esta rosaleda de diseño informal, dedicada en exclusiva a su espléndido repertorio de rosales arbustivos, rampantes y trepadores, la sinfonía de colores y perfumes empieza en mayo y, cómo no, remonta en el otoño.

La iglesia abacial románica aparece entre las flores de ‘The Albrighton Rambler’, de color rosa muy suave, y el trepador ‘The Garland’, de tono blanco crema y muy fragantes. En primer plano, ‘Lady of Shalott’ y ‘Graham Thomas’.

Ver rosales ingleses en una abadía de Francia puede resultar un tanto sorprendente, pero si se tienen en cuenta su iglesia abacial en una colina, el estanque y el prado donde pastorean caballos y ovejas Suffolk, el área de la Abadía de Morienval se presenta como un verdadero cuadro viviente que recuerda los paisajes de la vieja Inglaterra.

La rosaleda se sitúa en el corazón de los jardines de la abadía y está compuesta de 300 macizos y 14 grandes camas de 30 metros de largo cada una.

La rosaleda se sitúa en el corazón de los jardines de la abadía y está compuesta de 300 macizos y 14 grandes camas de 30 metros de largo cada una.

La rosaleda se sitúa en el corazón de los jardines de la abadía y está compuesta de 300 macizos y 14 grandes camas de 30 metros de largo cada una.

La rosaleda se sitúa en el corazón de los jardines de la abadía y está compuesta de 300 macizos y 14 grandes camas de 30 metros de largo cada una.

Después de sus jardines de rosas de Gran Bretaña (Albrighton, en el centro de Inglaterra) y Japón (Hanasaki Farm, en Sennan, Osaka), el rosalista David Austin inauguraba en 2014 el primero en la Europa continental. El destino de esa nueva rosaleda, dedicada exclusivamente a su repertorio de flores, las nuevas Rosas Inglesas, fue la Abadía de Morienval, una propiedad privada en la comuna francesa del mismo nombre, al norte de París.

La elección del lugar no fue al azar, puesto que se trata de un paraje lleno de historia que, además, ofrece un entorno propicio para la estética de los jardines ingleses. Todo comenzó cuando el actual propietario de esa abadía, Fabrice Lebée, quiso crear un jardín de rosas dedicado a la Rosa Inglesa en el parque de estilo inglés creado en su día por su bisabuelo. En 2011 contactó con David Austin para hacer realidad esa rosaleda y en mayo de 2014 la Abadía de Morienval abría al público el primer jardín de rosas oficial de David Austin Roses en Francia.

Una rosaleda informal

El responsable de crear el jardín fue el paisajista, rosalista y brazo derecho de Austin, Michael Marriott, director artístico de la firma y colaborador de la empresa desde hace más de 30 años. Cuando Marriott conoció la Abadía de Morienval comprendió de inmediato que el área era un lugar propicio no solo por la belleza del entorno, sino especialmente por la fertilidad del suelo, que iba a favorecer el establecimiento y buen desarrollo de los rosales ingleses. Desde el inicio tuvo claro que el objetivo de ese diseño sería crear una rosaleda informal en un marco histórico.

El planteamiento de este jardín se basa en las rosaledas de David Austin en Gran Bretaña, donde destacan las grandes camas o parterres rectangulares. La rosaleda se sitúa en el corazón de los jardines de la abadía y está compuesta de 300 macizos y 14 grandes camas de 30 metros de largo cada una. Debajo del imponente ábside de la iglesia y en el lugar del antiguo huerto bordeado de boj se creó un espacio ajardinado que cuenta con 1.600 rosales correspondientes a 154 variedades de nuevas Rosas Inglesas.

La superficie total es de nueve hectáreas, de las cuales solo tres se pueden visitar. El espacio se estructura con sobriedad y, superando las grandes borduras de macizos, asoman arcos de hierro forjado que soportan rosales escaladores o rampantes (ramblers) y rosales trepadores (climbers). La avenida principal de manzanos centenarios ha conservado su estructura original, y en ella pueden verse rosas mezclándose con racimos de flores de glicina (Wisteria sinensis).

El origen de estas rosas inglesas

David Austin realizó su primera hibridación en su jardín de rosas en Shropshire, Gran Bretaña. Allí logró combinar el encanto romántico y la deliciosa fragancia de las rosas antiguas con la resistencia de las rosas modernas. Tras 15 años de investigaciones y miles de cruzamientos, en 1961 nacía en ese jardín ‘Constance Spry’, un cultivar trepador procedente de ‘Belle Isis’ y ‘Dainty Maid’, que se convertiría en el punto de partida de la trayectoria de este rosalista.

‘Constance Spry’ es una rosa que combina belleza, color, fragancia, vigor y, además, resulta muy florífera. Eso sí, solo da flor en verano. Pero Austin no quiso parar ahí. Tenía que conseguir una rosa que, además de reunir todas esas cualidades, fuera capaz de florecer más de una vez durante el curso de una temporada o año de cultivo. Ocho años después, en esa afanosa búsqueda de reflora ción o remontancia, obtuvo rosas similares en todos los aspectos a la ‘Constance Spry’, pero al mismo tiempo con una marcada capacidad para reflorecer. Había nacido la English Rose, la designación para las rosas obtenidas por David Austin.

El rosalista ha pasado los últimos 60 años desarrollando sus galardonadas rosas. Hoy en día cuenta con más de 200 variedades y gestiona uno de los mayores programas de cultivo de rosas del mundo. Cada año se crían 250.000 plántulas y de todas ellas solo se seleccionan entre cinco y seis variedades.

Color, perfume, vigor

En todas las variedades, sus rosas exuberantes combinan la corola llena, el encanto delicado y las maravillosas fragancias características de las rosas antiguas, con la gama más amplia de color y la capacidad de reflorecer propias de las llamadas rosas modernas, la mayoría de las cuales no son olorosas.

A estas cualidades habría que añadir el excelente estado de salud y robustez de este grupo de rosales (muchos son especialmente resistentes a plagas y enfermedades). Su hábito arbustivo los hace apropiados para cualquier clase de jardín de rosas, incluso en suelos pobres, o para vivir en contenedores. Muchas variedades pueden ser entrenadas como rosales escaladores o para crear setos floríferos muy fragantes que nos acercan aromas a limón, azafrán, té, mirra, miel o vainilla.

María José Holguín,

El Blog de La Tabla,

Rosales (más) resistentes a hongos y plagas,


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