Jugar con las macetas (1ª parte)

Mínimas o enormes, en grupos y alineaciones, o en solitario, las humildes macetas de barro manchadas por el tiempo, las de brillante metal o efecto oxidado, y los escultóricos maceteros fabricados por moldeo rotacional permiten infinitos juegos. Tiestos y contenedores cumplen un papel clave en el ajardinamiento de patios, terrazas y áticos, porches y jardines de invierno: sin ellos no sería posible rodearse de vida verde. Pero, además, suman como objetos un gran potencial decorativo. Todo es (saber) escoger.

Un toque fucsia: el lacado del macetero Sfera de la colección Foc de Vondom enfatiza el color; al fondo, Wall de la colección Aigua de la marca. Abajo, tiestos suspendidos ejerciendo de biombo separador.

Entre los muros de un patio, en una terraza en lo alto de un edificio, en un ático bajo las estrellas. A lo largo de una escalera o junto a una piscina. En un porche, en el luminoso interior de un jardín de invierno o en un rincón dentro de la casa. Siempre que haya luz suficiente para que las plantas puedan vivir, las macetas y contenedores permitirán crear pequeños, o grandes, oasis de verdor: ellas brindan el medio para que crezcan las plantas donde no hay suelo para plantar.

Los materiales de los que están hechos hoy los maceteros y sus acabados, sumados a sus variadísimos diseños y tamaños, multiplican al infinito las posibilidades.
Sin embargo, un macetero no es solo un recipiente para el cultivo; su presencia como objeto tiene un decisivo impacto en la percepción del espacio. Y no solamente: también pueden servir para distribuirlo.

En barro cocido, llenando de vida los patios andaluces; con la pátina oxidada del acero corten o el luminoso reflejo del inoxidable mate; en metal pulido, lacado o pintado; en madera o en fibra; en plástico por inyección o en resina de polietileno rotomoldeada… Los materiales de los que están hechos hoy los maceteros y sus acabados, sumados a diseños y tamaños, multiplican al infinito las posibilidades. Mínimas, albergando una colección de cactus, o en dimensiones gigantes, soportando un dosel lleno de flores como en el espectacular restaurante Asia de Cuba del hotel Mondrian de Los Ángeles; en clave tradicional o contemporánea, todos los estilos pueden expresarse con una buena elección de tiestos y plantaciones.

Buscar una armonía

Ya que, en general, patios, áticos, terrazas, porches y jardines de interior están íntimamente unidos a las viviendas, lo más lógico es que su estilo esté en consonancia con el resto de la casa: se trata de ofrecer una sensación de prolongación y continuidad. ¿A qué vendrían, por ejemplo, unos tiestos de barro con geranios en una vivienda muy moderna? Nada está escrito, sin embargo: Philippe Starck escogió precisamente grandes macetones de color terracota plantados con geranios para los laterales de la piscina del rompedor Faena Hotel + Universe de Buenos Aires. Las reglas están para romperse. Aunque antes hay que conocerlas:

• En buena sintonía.

Macetas y contenedores deberían armonizar entre sí, ya sea en materiales o líneas de diseño para que el espacio no se convierta en un caótico catálogo. Por ejemplo, si el estilo es rústico se pueden escoger tiestos de barro sencillos o de estilo toscano con las huellas del paso del tiempo; si van pintados, mejor del mismo color. Aunque siempre hay excepciones, como el Jardín Majorelle de Marraquech, donde unas son azul cobalto, otras amarillo limón y otras turquesa: una audaz mezcla de tonos no siempre fácil de conseguir (aunque para eso era el jardín de un artista y luego de un modisto).

Si el estilo es contemporáneo, escoger elementos idénticos en acabado y tamaño es (casi) imperativo, o jugar con tamaños y formas dentro de una misma familia.

• Plantas homogéneas.

La búsqueda de armonía también debería perseguirse con las plantas. Demasiadas especies diferentes pueden ofrecer una impresión inconexa y desordenada: mejor restringir el número y la gama cromática. Esta sintonía se consigue, por ejemplo, utilizando los mismos cactus en todas, o la misma variedad de Phormium, gramíneas, Pittosporum, evónimos o bambú, o bolas de boj, olivos, romero, lavanda, laureles recortados…

Los arbustos de lento crecimiento, las variedades enanas de algunos árboles, incluidos los macro o maxibonsáis (generalmente olivos o tejos recortados en nube), las herbáceas perennes, así como las plantas de flor de temporada, dan mucho juego.

Otra opción interesante son las colecciones de especies: crasas, cactáceas, coníferas enanas, ideales para lucirlas sobre una mesa de madera o metal en un rincón del jardín, o para dar interés a una pared sin gracia. Si se opta por macetones combinados, la selección debería estar determinada, para empezar, por las exigencias comunes de las plantas que van a convivir en ellos.

• La influencia en el entorno.

Pero tan importante como la selección de contenedores y plantaciones es calibrar el efecto que van a ejercer en el espacio donde se van a colocar, y viceversa. El color y la textura del suelo, de la pared sobre la que se apoya la terraza y de la barandilla o murete que la separa del exterior, o de los muros que rodean el patio, determinarán en gran medida la estética y el ambiente que se pretenda crear. Del mismo modo, la presencia de esos tiestos y plantas influirán, para bien o para mal, en ese entorno. Para empezar, el volumen de los tiestos y plantas debería ser proporcional al espacio. La introducción del color o de un acabado metálico puede comunicar mucha vitalidad, o justo lo contrario. Debería buscarse siempre un sentido de totalidad en el conjunto. La consigna sigue siendo menos es más, sobre todo si el espacio es reducido o muy marcado.

Ver 2º parte.

• Jugar con las macetas,

• ‘Outdoor living’: vivir al aire libre,


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