Jardines verdes: a mayor gloria de las perennes (2ª parte)

Los jardines verdes son posibles en todas las latitudes y en todos los estilos. Se trata de escoger mayoritariamente especies de hojas perennes y dejar flores y caducifolias fuera del papel estelar. En el litoral atlántico, favorecido por la humedad ambiental y las lluvias, las sinfonías de verdes tienen en los pazos una fuente de inspiración para los paisajistas. En el área mediterránea, las perennifolias, entre ellas muchas aromáticas, imponen un acento gris y azulado.

Coníferas enanas, arbustos perennifolios y helechos llenan de vida verde este muro de contención de un talud en un barrio de París. Abajo, un jardín vertical.

“Yo llamo jardín verde al que no abusa del color y renuncia explícitamente a los grandes parterres de planta de temporada, no a las flores”, afirma Alfredo Ara, ingeniero agrónomo y paisajista del centro de jardinería Casaplanta, en Pontevedra. En el caso del norte atlántico, “la gama de verdes que se pueden utilizar es inmensa”, subraya, “desde los lustrosos verdes de la camelia, la magnolia, el laurel, el pitosporo, el boj, el acebo... a los más tenues, como los del pieris, la nandina, la diosma (Coleonema pulchellum), la abelia, el metrosidero... También se puede disponer de especies de hojas azuladas (metrosidero, lavandulas...) y matizadas (aucubas, verónicas, evónimos)”.

Las coníferas, con su gran variedad de formas y tonalidades, y las gramíneas, capaces de imprimir un toque rústico y un movimiento especial, multiplican las opciones en los jardines verdes.
Las coníferas constituyen “un mundo aparte”, destaca el paisajista; “con su gran variedad de genotipos proporcionan una auténtica paleta de tonos: verde oscuro, verde claro, grises, azulados... Si añadimos la variedad de formas y texturas tenemos una interesantísima opción para compartir parterre con otras plantas verdes”. Las gramíneas, “un mundillo aún por descubrir”, capaces de imprimir “un toque rústico y un movimiento especial”, y los topiarios, multiplican las opciones. “El olivo, los juníperos, metrosideros y ligustros son utilizados en formas topiarias en la jardinería contemporánea con sorprendentes resultados”, asegura.

Para Ara, los pazos gallegos son hoy en día una fuente de inspiración para los paisajistas por su “gama de verdes tan variada como las especies empleadas, combinados con elementos de agua y de piedra, y todo ello enmarcado con corredores y áreas de césped naturalizado”.

También en el Mediterráneo

Si se trata de buscar la sostenibilidad —y el sentido común— se han de buscar en cada región especies autóctonas o adaptadas —clima, suelo—, lo que redundará en un arraigo más rápido, menos plagas y enfermedades y, en definitiva, el éxito del jardín. Las aromáticas en general, todas perennifolias de atractivas tonalidades, se dan bien prácticamente en toda la Península, pero tienen en el área mediterránea uno de sus hábitats favoritos por su resistencia a la sequía.

Entre las xerófi tas no faltan las de follaje gris plateado: Teucrium fruticans, que además brinda flores violeta; Cerastium tomentosum, mata baja de copiosa floración blanca en verano; la australiana Leucophyta brownii ‘Silver Nugget’, que da pequeñas flores amarillas; Westringia fruticosa, otra australiana.

Entre las resistentes a la falta de agua, hay muchas capaces de soportar incluso el ambiente marino, como la Centaurea pulcherrima, varias Coprosma, las neozelandesas Metrosideros excelsa ‘Variegata’ y Metrosideros kermadecensis ‘Variegata’, y el australiano Ozothamnus rosmarinifolius, también llamado romero marino. En los setos mediterráneos ganan terreno la Eugenia myrtifolia y el Viburnum lucidum.

En las áreas más áridas de Andalucía y Canarias, los jardines verdes sostenibles echan mano de ágaves, aloes, Aeonium, cactus y muchas plantas suculentas, que destacan con sus formas escultóricas sobre el suelo de picón rojo o lava volcánica.

UNA ‘PALETA’ PARA UN JARDÍN VERDE

El jardinero tiene a su disposición un abanico de tonalidades, texturas, densidades y formas con estos arbustos y vivaces que ofrecemos a continuación, tan solo una muestra de todo lo que hoy es capaz de ofrecer la horticultura.

• Osmanthus heterophyllus.

También llamado acebo chino o falso acebo, este arbusto perennifolio ofrece numerosos cultivares, incluso variegados. Produce pequeñas flores blancas muy perfumadas al final del verano. Tolera el frío intenso (USDA 6).

• Hakonechloa macra.

Las pequeñas matas (30-40 centímetros) de esta vivaz rizomatosa ganan presencia día a día en los jardines. Sus largas hojas arqueadas pueden lucir un verde tierno, pero también amarillos y cremas (variedad ‘Alboaurea’). Rusticidad: USDA 6.

• Helleborus argutifolius.

Este eléboro oriundo de Córcega y Cerdeña se distingue por sus grandes flores verdosas, que surgen desde finales del invierno, y la mayor altura de las matas (un metro). Las hojas están compuestas por tres foliolos de márgenes aserrados. Rusticidad: USDA 6.

• Brunnera macrophylla.

Desde la primavera al verano, esta vivaz de sombra o semisombra suma a la belleza de sus hojas una nube de diminutas flores azules. Necesita un suelo rico y fresco. Puede resultar invasora. Rusticidad: USDA 4-9.

• Itea ilicifolia.

Arbusto de brillante follaje perenne que crece mejor si se apoya sobre un muro. En verano despliega larguísimos racimos de flores con perfume a miel. Puede alcanzar los 3 metros de altura. Oriundo de China, es bastante rústico (USDA 7). Exige un sustrato rico, profundo y ligero.

• Sarcococca hookeriana.

Ideal para situaciones de sombra densa, este bello arbusto de hojas perennes produce en invierno unas minúsculas flores de potente fragancia. Es rústico (USDA 6-9) y resiste las heladas. Forma matas redondeadas de un metro de altura. Puede utilizarse como cubresuelos.

• Euonymus japonicus

.

En sus numerosas variedades, el evónimo o bonetero japonés es uno de los arbustos más cultivados, ya sea en setos o como ejemplar aislado, por el valor decorativo de sus hojas, casi siempre bitono. Su gran enemigo es el hongo oídio. Rusticidad: USDA 6-10.

• Festuca glauca.

Esta gramínea perennifolia forma pequeñas matas redondeadas y densas de un bello tono azulado. En verano emite espigas doradas. Necesita pleno sol, va perfecta en suelos secos, pobres y áridos, y es muy resistente al frío (USDA 7).

• Euphorbia characias.

Las grandes umbelas de flores rodeadas de brácteas de color verde limón y las estrechas hojas verdeazules dispuestas en espiral a lo largo de los tallos convierten a esta herbácea bianual en una toda una atracción. Exige sol y un suelo seco; es ideal para xerojardinería (USDA 7-10).

• Hebe

sp.

Existen numerosos híbridos de hebe o verónica, incluso de follaje variegado. Estos densos arbustos resisten hasta -12º (USDA 8-9, según la variedad) y pueden vivir al sol o en semisombra. Dan flores en forma de pequeñas espigas violetas, blancas o azuladas.

• Escallonia macrantha

Rubra’.

Unas discretas florecillas rosadas ponen la nota de color entre las pequeñas hojas verdes de este arbusto perennifolio tan frecuente en los jardines en forma de setos libres. Necesita sol y un sustrato bien drenado (USDA 8).

• Fatsia japonica.

Grandes hojas plurilobuladas y unos curiosos frutos, producto de sus flores en umbela, caracterizan a este gran arbusto. Agradece los suelos ricos, frescos y bien drenados y una situación al sol; no soporta las heladas (USDA 9-10).

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