Jardines exuberantes… de bajo riego (2ª parte)

Escoger las especies adecuadas según la cantidad de agua disponible en el jardín es la otra cara del desafío que afronta una jardinería exuberante de bajo riego. Pero, además, saber regar es clave. En esta segunda parte del reportaje te contamos qué especies utilizan los paisajistas en sus jardines de bajo riego y te damos las pautas de un riego eficiente.

Un paisaje de salvias y Allium violetas y Stachys bizantina gris azulado en un jardín diseñado por el paisajista Fernando Martos en una finca entre Madrid y Guadalajara.

La precisión en la selección de especies es la otra cara de este desafío. “Tenemos que usar lo que nos ofrece el entorno”, señala Miguel Urquijo. En un jardín que diseñó en Monfragüe, Cáceres, en una dehesa atemperada por el paso del Tajo, ya crecían chumberas, y se animó con las pitas, milamores blancos y rojos, sédums, Dianthus, lentiscos, Stachys bizantina… “Les dimos muy buena tierra, buen mantillo, mucho estiércol, clave para mejorar la estructura del suelo y conseguir un mejor aprovechamiento del riego.

Las plantas han de ser adecuadas para la zona y tan resistentes a la sequía a como obligue el agua disponible, características que cumple la flora mediterránea: unas 25.000 especies, que se triplican si se tienen en cuenta las que provienen de los otros climas mediterráneos del mundo. Eso sí, en la meseta necesitan algo más: rusticidad, es decir, capacidad para soportar temperaturas bajo cero.

De Sevilla a Guadalajara

Cuarenta y cinco grados en verano y -4º o -5º en invierno soporta el jardín experimental de Fernando Martos en Estepa. Y, sin embargo, los Allium, una gran variedad de salvias, vivaces autóctonas como el Echium boissieri, obtenido de semillas recogidas en los alrededores, Verbascum, jaras y rosales autóctonos, verbenas, Asphodelum, milamores, sédums, achilleas, lirios… aguantan perfectamente el calor y la falta de lluvias en una eterna primavera. Entre los árboles, olmos negros, pinos carrascos, granados, higueras, olivos. “En ese jardín no pienso mucho en la composición sino en la botánica: me interesa ver cómo responden las plantas, cuánto cuidado necesitan”, explica el paisajista.

A partir de esa experiencia ha creado un espléndido jardín en el límite entre Madrid y Guadalajara. “Está en una loma, en una zona muy dura, de terrenos muy pedregosos y arcillosos, con solo una capa fina de tierra buena, y ha resultado maravilloso”, comenta. “Utilicé varios tipos de jaras muy recortadas para dar estructura, Stipa gigantea y Stipa tenuissima para aprovechar el constante viento sur y el efecto del sol sobre las espigas al atardecer, que se mueven como olas… La idea era no solo que estuviera bonito en primavera sino a lo largo del año, buscando una sucesión de floraciones. En mayo es fácil que se vea exuberante, lo más difícil con las vivaces es que se mantengan bien a partir de junio… Pero incluso en agosto, con 40º y un viento tremendo, se ve primaveral. Un riego semanal o cada 10 días en verano es suficiente”.

En estos jardines, los setos no son de boj sino de filirea u olivilla, arrayán (como en La Alhambra), eugenia, lentisco, laurel, aromáticas como la lavanda y el romero, o una caducifolia como el espino blanco. ¿Césped? “No estoy en contra si es reducido”, afirma Martos. Existen no obstante especies más adaptadas al clima mediterráneo, numerosas tapizantes y, por supuesto, el recurso de las gravas.

CÓMO SE DEBE REGAR

No por ser una tarea habitual en la jardinería el riego se realiza correctamente. Se suele pecar sobre todo por exceso, lo cual puede ser incluso más perjudicial que dejar que las plantas pasen un poco de sed. He aquí las pautas de un riego eficiente para un jardín saludable:

• Elige las horas más adecuadas.

Durante las épocas más calientes del año se debe regar por la noche o a primera hora del día para que el agua no se pierda por evaporación. Además, así se evita quemar las plantas por el efecto lupa de los rayos de sol sobre las gotas. En invierno conviene regar por la mañana. “Si el día está nublado, la disposición de las plantas a recibir el agua será mayor que si están estresadas por efecto del calor y el sol”, afirma Miguel Urquijo.

• Ten en cuenta la época del año y el clima.

Es evidente que las plantas no se pueden regar de la misma manera en invierno que en verano, o en Santander que en Almería. La época del año y el régimen de lluvias son variables que se deben contemplar. Conviene hacer ensayos de reducción de riego: las plantas pueden tolerar periodos más o menos largos sin ser regadas si se las va acostumbrando progresivamente. Contar con la ayuda de plantas testigo siempre es útil.

• Haz riegos profundos, pero espaciados.

Es mejor regar a fondo para que las raíces se extiendan hacia abajo buscando la humedad que guardan las capas de suelo más profundas, y las plantas sean capaces así de soportar mejor la sequía. Si el riego se hace de forma ligera y con mayor frecuencia, las raíces tenderán a quedarse más cerca de la superficie y estarán más expuestas a la falta de agua.

• Instala un sistema de riego por goteo.

Son los más eficaces y eficientes para el consumo de agua, ya que riegan solo en la zona radicular. No compactan tanto el suelo como la aspersión, ni mojan el follaje, lo cual puede resultar muy pernicioso para muchas plantas mediterráneas. Se puede usar microaspersión y goteo, o goteo enterrado o por exudación. Resulta muy eficaz instalar un sensor de lluvia en el sistema de riego automático para ahorrar agua.

• Riega según las características del suelo.

Si el suelo es arenoso la capacidad de retención de agua será menor, de modo que los riegos habrán de ser más frecuentes y abundantes. En cambio, si son arcillosos deberán ser menos generosos y mucho más espaciados.

• Crea alcorques.

Excavar una pequeña hondonada en torno al tronco de arbustos y árboles permitirá aprovechar mejor el agua.

• Utiliza el agua de lluvia.

Es la más conveniente para las plantas, ya que está libre de cal y cloro. Se puede recoger en aljibes y cisternas como antiguamente.

• Crea pantallas que atajen el viento.

El viento ejerce un gran poder desecante, ya que contribuye a la evaporación. “El viento con 45º de temperatura actúa como un secador”, señala Fernando Martos. Su acción se puede limitar mediante pantallas vegetales o artificiales y muros.

Aporta compost de forma regular.

• Al mejorar la estructura del suelo, el abono orgánico compostado —mantillo, humus de lombriz, estiércol de caballo, compost vegetal— facilita la circulación del agua, que sube por capilaridad desde las reservas más profundas.

• Acolcha la base de las plantas.

El mulching limita la evaporación y favorece un mayor aprovechamiento del agua de riego (se calcula un ahorro de hasta el 40%). Al mismo tiempo evita que el suelo se compacte y frena el crecimiento de las malas hierbas. Se puede acolchar con grava o corteza de pino que, al ser orgánica, se descompone poco a poco y abona la tierra.

Ver 1 ª parte

El jardín sin riego,

Un jardín de xerófitas, un jardín sostenible,


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