Jardines de la Alhambra y el Generalife: lecciones de sabiduría (2ª parte)
Si hay una planta significativa en la Alhambra y el Generalife es el arrayán morisco, que se ha cultivado en la almunia real desde tiempos medievales y se ha salvado de la extinción gracias a un laborioso proceso de recuperación y conservación. En esta 2ª parte del reportaje sobre el complejo palaciego y sus jardines nos referimos a la utilización del mirto o arrayán, y a las características de las huertas del Generalife.
Las huertas ocupan las laderas aterrazadas entre la muralla de la Alhambra y el palacio del Generalife desde el siglo XIII. Se siguen cultivando con las técnicas de entonces, que se han transmitido entre generaciones. / Terry J. LawrencEL ARRAYÁN MORISCO Y LOS SETOS DE MIRTO
El arrayán morisco se ha cultivado en la Alhambra y el Generalife desde tiempos medievales y se ha salvado de la extinción gracias a un laborioso proceso de recuperación y conservación. Arrayán es la palabra árabe (arrayhán) que nombra al mirto, y significa el aromático por la fragancia que desprende el follaje cuando se frota con los dedos.
LAS HUERTAS DEL GENERALIFE
Esa misma Acequia Real o del Sultán que da nombre al célebre patio hacía posible los cultivos hortícolas en la almunia real. En tiempos nazaríes, el Generalife, o Huerta del Alarife (o Arquitecto), contaba al menos con cuatro huertas para alimentar a la corte, además del palacio construido a finales del siglo XIII, al que un visir poeta llamó Casa Real de la Felicidad.
Hoy, en el Generalife, el uso del suelo mantiene en gran medida la estructura que ya tenía en sus orígenes. Pero además, esas huertas se siguen labrando según las técnicas de cultivo de entonces, que se han transmitido de generación en generación, lo cual constituye un extraordinario patrimonio cultural. En esas huertas se siguen cultivando hortalizas, árboles frutales y especies aromáticas, medicinales y condimentarias. En ellas, las higueras y olivos conviven con manzanos, perales, ciruelos, albaricoqueros y melocotoneros, almendros y cerezos, nogales, caquis y membrilleros, entre muchos otros frutales.
Pero también se plantaban vides, cuyo cultivo en Granada se cree que fue intenso para obtener uva de mesa, pero también vinagre, pasas e incluso vino. Las variedades Jerezana y Corazón de cabrito que se cultivan en la parata de la Huerta Grande, son de las más antiguas que se conservan en Andalucía.