Gramíneas: belleza en movimiento (1º parte)

Las gramíneas ornamentales se han convertido en los últimos tiempos en las estrellas de los jardines. Su lacia belleza, su variedad de texturas y colorido, sus sencillas espigas florales, explican su éxito. Pero solo en parte. Hoy que la sostenibilidad es un valor en auge, suman como cualidades una gran resistencia, escaso mantenimiento y baja necesidad de riego.

Nasella tenuissima (primer plano), en el jardín del restaurante El Serrat del Figaró, Taradell, Barcelona, diseñado por Dolors Collbatallé. Abajo, los tonos dorados de esa gramínea al final del verano.

No todo está inventado en jardinería y paisajismo. Como en cualquier otra actividad humana, los gustos, las modas o las necesidades que se quieren satisfacer en cada momento influyen decisivamente en el diseño de los jardines. En lo que se refiere a las plantas, desde hace algunos años, siguiendo influencias que tienen su origen en Estados Unidos en la década de los setenta, se utilizan cada vez más las gramíneas ornamentales en nuestros jardines.

A propósito de ello, alguien ha escrito que las gramíneas se han convertido en las nuevas estrellas de la jardinería. A este éxito, todavía minoritario en España, ha contribuido una pluralidad de factores, desde los puramente estéticos hasta los de índole práctica.

Las gramíneas confieren al jardín volumen, estructura, sonido y dinamismo. A la llegada del otoño se produce el cambio de color de las hojas de muchas variedades, que adquieren tonos ocres y dorados.
La gran variedad de texturas, formas, tallos, coloridos y floración que presentan hoy las gramíneas ornamentales permiten al paisajista o al aficionado a la jardinería un sinfín de combinaciones y composiciones. Pero, además, su carácter resistente, el escaso mantenimiento que requieren y su baja necesidad de riego las hacen especialmente idóneas para los criterios que demanda el paisajismo contemporáneo.

La familia de las gramíneas o poáceas comprende, en realidad, cientos de géneros y miles de especies en todo el mundo, puesto que se hallan presentes en los cinco continentes. Así, se las puede encontrar desde en los desiertos hasta en las selvas, y su importancia económica en la agricultura ha sido desde siempre básica, puesto que forman parte de esta familia el trigo, el maíz y el arroz. Por el contrario, su utilización en paisajismo, si se exceptúan las aplicaciones para conformar el césped, es reciente.

Imagen, ‘música’, movimiento

Para Dolors Collbatallé, paisajista y propietaria del centro de jardinería Tortadès, en Vic, Barcelona, las gramíneas requieren una aplicación particular, algo distinta de la que se llevaría a cabo con otro tipo de plantas. “Las gramíneas son ideales para formar masas vegetales, combinando adecuadamente las especies en atención a alturas, colores y formas de cada una de ellas”, señala.

Los parterres con gramíneas proporcionan al jardín un aspecto en volumen y estructura que solamente es posible conseguir con estas especies. Además, contribuyen a que el espacio no sea solo visual: las gramíneas tienen movimiento y sonido. El tallo largo de muchas de ellas las hace especialmente sensibles al efecto del viento, lo que confiere al jardín un carácter dinámico y musical. Paisajistas como Diarmuid Gavin (ver la entrevista en nº 57) buscan hoy en los entornos suaves creados por las hierbas que se mueven con la brisa un instrumento para crear jardines dinámicos y cambiantes.

Gramíneas producidas en España

Hace años no era fácil encontrar en nuestro país una gran variedad de gramíneas cultivadas para jardinería. Hoy existen viveros que producen multitud de especies que, si bien en un inicio han sido utilizadas mayoritariamente por paisajistas profesionales, hoy pueden hallarse también en los centros de jardinería. Álex Puig, de Vivers Ter, en Bescanó, Girona, es uno de los pioneros en el cultivo de las gramíneas en España. Pero no se limita a su producción y venta, sino que promueve activamente su utilización a través de seminarios, artículos y libros sobre el tema.

“Esta gran variedad de especies que tenemos a nuestra disposición nos permite una amplia capacidad de elección de acuerdo con aquella funcionalidad concreta que busquemos en el jardín”, afirma Dolors Collbatallé, quien desde hace ya años las viene usando para los proyectos que realiza para sus clientes. “Aunque en un principio su carácter innovador suscitaba recelos en algunos clientes, la verdad es que, una vez ejecutado el proyecto, han quedado entusiasmados con el resultado”.

Muchas especies para elegir

En el diseño de un jardín, “es esencial colocar cada especie vegetal según sus necesidades y las características de suelo y clima del lugar”, subraya la experta. Las gramíneas admiten su aplicación en zonas de sol y de sombra. Abarcan desde especies de escaso porte hasta algunas cuyo desarrollo puede alcanzar varios metros.

En cuanto al colorido, las gramíneas ofrecen desde los azules de la Festuca glauca o el Panicum virgatum, a los colores púrpura del Pennisetum setaceum ‘Rubrum’ y los verdes variegados de los Myscanthus, para tornarse, en la mayoría de especies, en ocres o dorados espectaculares en otoño.

La singularidad de los colores y formas de las inflorescencias es absolutamente característica de las poáceas. Resulta imposible describir en su totalidad la variedad de formas que pueden llegar a presentar. Su evolución a lo largo del año es espectacular. Después de la poda, en invierno, la primavera coincide con su fase su crecimiento, que alcanza su máximo desarrollo en verano. Con la floración exhiben su aspecto más esplendoroso.

A la llegada del otoño se produce el cambio de color en las hojas, que adquieren tonos ocres y dorados en muchas de las variedades. Dolors Collbatallé destaca la especial personalidad que confiere al jardín este cambio cromático a lo largo de las estaciones.

Gramíneas: belleza en movimiento (2º parte)

• Flores que mueren bellamente,

• Entrevista con Diarmuid Gavin,

• Entrevista con Íñigo Segurola,


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