Brezos en el jardín
Las ericas, los brezos que florecen en invierno, pueden resultar espectaculares en el jardín cuando sus grandes masas espumosas de flores magentas, rosado claro o blancas cubren el suelo creando delicados contrastes. La erica inaugurará el año 2017 como planta protagonista de enero de la Oficina Holandesa de Flores.
Los colores de las flores y hojas de las masas de Erica x darleyensis se yuxtaponen creando un bello efecto puntillista en los taludes de este gran jardín de brezos, realizado por el estudio Urquijo-Kastner en Somosaguas, Madrid.Dentro del género Erica, el brezo que florece en invierno (el del género Calluna es de floración estival), existe un conjunto de cultivares que funcionan de maravilla en los jardines por su facilidad de cultivo y su excelente comportamiento. Pertenecen a la especie Erica x darleyensis, un brezo híbrido surgido del cruzamiento de Erica carnea y Erica erigena que se ha multiplicado en infinidad de variedades que proporcionan al jardinero una extraordinaria paleta de tonalidades de flor y follaje. Un par de ejemplos: si el cultivar ‘Furzey’ emite una abundante floración de color rosa púrpura, la del ‘Jack H. Brummage’ es rosa pálido (ambos en las fotos de la derecha). Las minúsculas hojitas, aunque perennes, también ofrecen variedad cromática: en el primero son verde oscuro con las puntas rosadas en primavera, en cambio las del segundo son amarillas todo el año y adquieren tintes anaranjados cuando hace frío. En otros, las puntas del follaje nuevo son crema y las tonalidades invernales de color bronce.
Ericas todoterreno
Los botones florales se forman al final del verano o al inicio del otoño, así que una plantación bien planificada mediante una correcta selección de variedades dará lugar a una sucesión de floraciones que pueden empezar en septiembre y prolongarse hasta mayo. Además, a medida que avanzan los meses el color de las flores se vuelve más intenso y oscuro.
Las Erica x darleyensis ‘Furzey’ y ‘Jack H. Brummage’ son moderamente rústicas (-23º grados, zonas 6-8), pero existen cultivares aun más resistentes al frío. En las zonas frías y continentales viven bien a pleno sol, y agradecen la semisombra en las mediterráneas y cálidas. En general demandan escasos cuidados y son consideradas las más vigorosas y resistentes de todas las de su género.
Aunque tienen predilección por los suelos ácidos, como es natural en los brezos, se adaptan a otros tipos de sustratos. Se pueden usar en jardines de costa, grava y rocallas. Cuando están recién plantadas el riego ha de ser frecuente y cuidadoso para evitar que se sequen, pero una vez establecidas sus necesidades de agua son moderadas. Impiden que surjan malas hierbas donde ellas crecen y son prácticamente inmunes a las plagas.
Para mantener la forma y conseguir plantas más compactas se pueden podar de forma ligera inmediatamente después de la floración y antes de que empiecen a desarrollarse los nuevos botones florales.
Un jardín en Madrid
Son precisamente distintos cultivares de Erica x darleyensis los que conforman el brezal que tapiza los taludes rocosos de un gran jardín en Somosaguas, Madrid, bajo la sombra ligera de los abedules. “Al principio plantamos callunas y no se adaptaron, así que las quitamos. Las darleyensis sufrieron bastante al principio y decidimos añadir turba rubia a la tierra vegetal normal que teníamos”, cuenta el paisajista Miguel Urquijo, autor del proyecto junto con Renate Kastner. “Con el tiempo se fueron poniendo mejor, y aunque lentas de desarrollo, son plantas bastante agradecidas, fáciles de mantener y de buena evolución. En mi opinión solo se expresan bien en grandes masas, y sobre todo en compañía de los abedules, los árboles que mejor se asocian con el brezal por su alegría, luminosidad y arquitectura”. En los últimos tiempo el paisajista ha introducido en el jardín la Erica lusitanica, de flor blanca y porte arbóreo (fíjate en el texto de la columna de la derecha).
“Después de unos años tratando con estas plantas diría que una buena mezcla de tierra vegetal, arena de río y mantillo es un buen sustrato”, añade Miguel Urquijo. “No creo que la acidez sea algo crítico; una vez asentadas ellas mismas mantienen un pH bajo en el suelo. Un mulching de corteza de pino viene en este caso que ni pintado”.