Los Jardines Frutales de Laquenexy
“Quisiera que el futuro sea un lugar lleno de plantas y flores”, dice Pascal Garbe, el autor de los Jardines Frutales de Laquenexy, en la Lorena. La experimentación de los sentidos como hilo conductor hilvana antiguos huertos frutales con catorce espacios temáticos: todo un viaje a través del gusto y el olfato, pero también del tacto, el oído y, por supuesto, la vista. Laquenexy demuestra que un huerto puede ser tan sugerente como bello.
El Huerto de un Epicúreo es un compendio de huerto-jardín, un lugar donde la belleza va de la mano de lo útil y comestible. Las verduras y aromáticas crecen junto a enormes enredaderas de judías.El lugar que ocupan los jardines de Laquenexy, cerca de Metz, tiene una larga tradición hortofrutícola. En los inicios del siglo XX se ensayaron allí diversos tipos de vides. Tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un centro de experimentación de frutales, especialmente manzanos, ciruelos y perales. Y en 2004, Pascal Garbe creó allí Les Jardins Fruitiers de Laquenexy que, en 2008, en un giro de tuerca, sumaron un nuevo jardín de cuatro hectáreas de extensión, dividido en 14 espacios temáticos.
¿Cómo fue el proceso de creación de los Jardines Frutales de Laquenexy? ¿Cómo surgió la idea?
El proceso de creación fue bastante rápido. Philippe Leroy, entonces presidente del Consejo General de la región, me pidió alguna idea sobre lo se podía hacer en Laquenexy. Después de escribir dos o tres páginas me di cuenta de que ese no era el camino. Así que me puse a dibujar. ¡Hice el diseño del jardín en una noche! El que hoy existe se parece mucho al de aquel día... Enfocarlo como un jardín de los sabores, el gusto y el placer me parecía evidente en la medida en que el sitio poseía ya la colección más grande de frutales de Francia y no había en el país jardines que desarrollaran la noción de los sabores. ¡Se me ocurrió de repente! Me pareció interesante mostrar de dónde salen los cacahuetes, las ensaladas, etcétera. En el mundo actual se podría pensar que las lechugas ¡brotan en bolsas de plástico en los estantes de los supermercados! El punto de partida era ofrecer a los visitantes una verdadera idea sobre el gusto y los sabores. Por eso también hemos creado un restaurante in situ, que hoy goza de muy buena reputación.
La riquísima tradición francesa de los jardines-huerto es evidente en Laquenexy, pero ¿en qué otras fuentes se ha inspirado para realizar este jardín?
Las fuentes son numerosas… aunque sería mejor hablar de influencias. He tenido la suerte de conocer a numerosos expertos, como Graham Stuart Thomas, Christopher Lloyd o Beth Chatto en Gran Bretaña, o la princesa Sturdza en Francia, entre otros. Los debates, las conversaciones con estos grandes jardineros han forjado mi carácter y me han dado una visión de mi profesión. En la filigrana del proyecto se puede encontrar todo esto. Después, he querido crear un lugar que no se pareciera a otros… y que fuera muy asequible. Por eso, además de que el jardín ha costado muy poco dinero, hemos tratado de hacer lo mismo que haría un aficionado en su propio jardín. Empleamos gran cantidad de vigas de hormigón, muchos elementos un poco improvisados... Pero al final estoy bastante orgulloso del resultado.
¿De qué modo ha determinado este jardín su situación en un territorio de frontera, marcado por varias guerras? ¿Cómo ha influido en el diseño el genius loci?
La historia del lugar no influyó en el diseño. Yo quería mirar especialmente hacia adelante y proponer a los visitantes una visión de futuro; ver cómo podíamos implicar a las nuevas generaciones francesas, alemanas o belgas. En la era de Internet me parecía muy importante mostrarles los tesoros que guarda la tierra y sensibilizarles en el deber de preservarlos. Estos Jardines son un lugar de encuentro y para compartir. ¡Me gustaría mucho que el futuro se pareciera a un lugar donde haya plantas, flores… es decir, puro placer!
En cuatro hectáreas ha desarrollado 14 espacios temáticos en torno a la idea de los sabores, en los que se ofrece desde diferentes enfoques el vastísimo mundo sensorial que guarda el reino vegetal. ¿A qué concepto responde cada uno?
El concepto principal es dar placer e ideas a nuestros visitantes. Todo lo que se muestra en el jardín pueden repetirlo fácilmente en sus casas. Todo está hecho a escala de un jardín particular. Queríamos hacer que la gente se sintiera bien durante la visita y que se marchara con ganas de cultivar un jardín. Laquenexy ofrece una visión para todos: niños, amantes de los jardines, turistas e incluso expertos.
En el Jardín de los Sentidos se experimenta con el gusto, el tacto, el olfato, el oído y la vista. ¿Cómo se ha hecho?
El concepto es simple: es cinco veces el mismo jardín, con el mismo diseño, pero tratando cada espacio de forma diferente. No trabajamos con la noción de armonía de formas o colores sino con la temática. Por ejemplo, en el Jardín del Tacto he trabajado con plantas suaves, plantas que pinchan, plantas que desprenden perfume al tocarlas. En el Jardín de la Vista solo utilizamos plantas negras y de flores blancas, dos colores que no se usan a menudo en el jardín... ¡al menos el negro! Para el Jardín del Sonido escogimos todo lo que produce música en los jardines: los pájaros, el agua de las fuentes, el viento en las campanillas, etcétera. El resultado es sorprendente porque los jardines son muy diferentes entre sí a pesar de que su diseño es el mismo; de ahí la importancia de las plantaciones.
En el Jardín de las Hierbas Aromáticas, además de las habituales, se puede encontrar desde un tomillo con aroma a naranja a un crisantemo con perfume de menta. ¿Qué otras rarezas crecen en él?
Laquenexy es un jardín de exposición abierto al público y debemos presentar el abanico más importante de variedades. Buscamos en viveros nuevas especies y variedades para mostrarlas. En primer lugar para enseñar todo lo que es nuevo, pero también lo que crece muy bien en nuestro clima. Además, para los jardineros es muy estimulante saber que estamos a la vanguardia y que tenemos plantas que solamente se cultivan aquí.
El Huerto de un Epicúreo es un compendio del huerto-jardín, un lugar donde la belleza no está reñida con lo útil y lo comestible. ¿Intenta resumir la filosofía de Epicuro y evocar la academia donde enseñaba, llamada precisamente Jardín?
No, eso sería sin duda demasiado presuntuoso… No hay un discurso filosófi co ni histórico en Laquenexy. Solo deseamos hacer disfrutar a los visitantes, sorprenderles y hacer nacer en ellos el deseo de convertirse en jardineros… esto ya es de por sí un desafío importante y me gustaría creer que lo hemos conseguido.
Llama la atención el Jardín Prohibido, una especie de prisión donde, doblemente protegidas, crecen plantas extremadamente tóxicas. ¿Son tan peligrosas?
¡Sí, por supuesto! Quise poner de manifiesto que el mundo vegetal puede ser delicioso cuando se prueba una fresa o una manzana, pero que tampoco se puede comer cualquier cosa ¡Algunas plantas de ese jardín son incluso letales! La adelfa por ejemplo (Nerium oelander), el tejo (Taxus baccata), el muguet (Convalaria majalis) son algunas plantas que pueden resultar mortales.
¿Y cuál es el más francés de todos?
¡Todo el jardín! De hecho quise mostrar con este proyecto el savoir-faire actual en materia de jardines en Francia. Es un jardín que hace soñar pero a la vez muy asequible. Refleja las nuevas tendencias francesas en jardinería. La idea es que la gente pueda aplicarlas en sus jardines.
Pero aún hay más jardín: el Túnel de las Cucurbitáceas, los huertos de los avellanos y nogales, de los manzanos o de los cerezos... ¿Cuál le gusta más?
¡A mí me gusta todo el jardín! Pero sobre todo los ambientes, las atmósferas en ciertos momentos del año o del recorrido. El Paseo de los Avellanos, por ejemplo, es muy bonito en la primavera y el Huerto de un Epicúreo en septiembre. Hay que visitar este jardín varias veces al año. Me gusta especialmente cuando plantamos nuevas especies o creamos nuevos espacios.
Usted es también el autor de numerosos elementos arquitectónicos del jardín: fuentes, pérgolas...
Para mí un jardín no es solo naturaleza: es la mano del hombre la que trabaja. Construcciones como las fuentes y pérgolas forman parte del jardín y deben integrarse. ¡Ese es el trabajo del paisajista!
¿Hacia dónde se encamina el mundo del jardín? ¿Asistimos a una nueva forma de entenderlo y hacerlo?
Pienso que el mundo de los jardines abiertos al público se está profesionalizando. Cuando voy a Barcelona y visito el Jardín Botánico o cuando recorro el Jardín de Cactus de Lanzarote, me impresiona la calidad de la acogida. Es un fenómeno mundial. La conferencia que organizamos en Metz cada dos años es el reflejo de esta profesionalización. Faltaba un evento donde poder hablar de las demandas de los visitantes, una especie de foro… Hemos satisfecho un vacío importante a mi juicio.
En España estamos asistiendo a un auge de los huertos urbanos, incluso en macetas. ¿Qué consejos daría a estos hortelanos aficionados?
En primer lugar debo decir que me gustan mucho los jardines españoles. A los jardineros aficionados les diría que sean siempre apasionados, que nunca se desanimen, que experimenten, que disfruten en el jardín. Esto es lo más importante: no tener miedo de abolir las reglas, los códigos que dicen que tal planta deben establecerse con tal otra planta… Simplemente, ¡a disfrutar!