Cuando hablamos de plantas alucinógenas probablemente se nos viene a la mente los famosos hongos psicodélicos, sin embargo, en la historia hay representaciones del uso de algunas especies de cactus con efectos alucinógenos.
Las plantas alucinógenas contienen sustancias químicas –alcaloides– capaces de promover estados anormales de conciencia que ocasionan alteraciones visuales, auditivas, táctiles, olfativas e incluso gustativas.
Uno de los cactus enteógenos más famosos con efecto alucinógeno es el peyote o jículi ( Lophophora williamsii ) con un alto contenido en mescalina. Además del peyote, se sabe que muchos otros cactus pueden tener propiedades farmacológicas y/o psicoactivas. Entre ellos destaca el cactus Doñana (Coryphantha macromeris ) , de México, el cactus San Pedro (Trichocereus pachanoi) , de los Andes, y otras especies bautizadas como falsos peyotes.
El primer compuesto alucinógeno aislado por el hombre fue la mescalina extraída del peyote en el año 1896 por el farmacólogo alemán Arthur Heffter. La mescalina actúa en el cuerpo humano de la misma manera como lo hace el neurotransmisor norepinefrina y su ingestión provoca alteración de la conciencia. Es tóxica en dosis mayores a 0.5 gramos y produce síntomas como náusea severa, vómito, taquicardia, ansiedad e hipertensión arterial. Un riesgo importante al consumir la mescalina es la aparición de un síndrome psicótico en algunas personas.
En la antigüedad, el peyote era suministrado por los sacerdotes de la tribus especialmente a los combatientes, para darles resistencia y conducirlos a la victoria. Se le rendía culto y se le ofrecían sacrificios. De las crónicas españolas se hace referencia a “que aquellos nativos que comían el peyote eran poseídos por terroríficas visiones demoníacas”. El consumo del peyote fue duramente sancionado por la Santa Inquisición desde 1617.
Después del peyote, el cactus con más mescalina, aunque con menos cantidad que el peyote, es el Echinopsis pachanoi o cactus de San Pedro en los Andes suramericanos. Las curanderas utilizaban una bebida llamada “achuma” extraída de las rodajas del cactus San Pedro. El San Pedro se utiliza a veces como tónico y afrodisíaco.
El género Coryphantha tiene diversos alcaloides químicamente similares a la epinefrina. La especie Coryphantha macromeris (Doñana) posee un alcaloide llamado macromerina, droga con aproximadamente 20% de la potencia de la mescalina. Considerando que hay normalmente no más de 0.1 % de macromerina en Doñana y que puede necesitarse un gramo o más de este alcaloide para producir un efecto psicotrópico, uno tendría que consumir más de un kilo del cactus seco o 9 kilos de la planta fresca para conseguir este efecto.
El género Mammillaria contiene sustancias enteógenas, tales como tetrahidroisoquinolinas. Este género agrupa a los falsos peyotes más importantes usados por los tarahumaras como sustituto del peyote.
El cacto Pachycereus pecten-aboriginum se usa de vez en cuando como narcótico, sus tallos se utilizan para curar úlceras gástricas y como apósitos para calmar dolores reumáticos y procesos inflamatorios. Con la pulpa, las mujeres preparan una miel, con las semillas hacen una pasta aceitosa con la que aderezan platillos regionales o las muelen para formar una harina. Producen una bebida que a los tarahumaras les causa vértigo y alucinaciones visuales.
Otros cactos como Aztekium ritterii , Lophophora diffusa y Pelecyphora aselliformis también producen mescalina pero en dosis sumamente pequeñas como para producir algún efecto psicotrópico.
Ariocarpus kotschoubeyanus se usa sobre todo como un analgésico para los golpes y para los moretones. Recolectan las plantas y las conservan en alcohol. Usan el mucílago como pegamento para reparar la alfarería rota. Ariocarpus retusus es considerado por los huicholes como un falso peyote. Le atribuyen propiedades mágicas.
Los tarahumaras creen que Ariocarpus fissuratus es un maestro tan poderoso como el peyote. Le atribuyen propiedades mágicas y lo valoran mucho en la brujería. Lo usan como narcótico, para remediar fiebres y dolores reumáticos. Con esta planta preparan una bebida sumamente embriagante que dicen que si es consumida por ellos los protege contra los ladrones, poniendo un ejército de soldados a su orden. Los huicholes, tribu protectora del peyote, lo consideran un cactus malo y una fuente de locura permanente.