¿Cómo empezar este artículo? Es el primero que escribo y quería aprovechar para homenajear a una planta tan espectacular como lo es el árbol . Estos seres que, aparentemente inmóviles, llevan consigo un pequeño universo , un mundo en el que insectos de todo tipo conviven con él, en el que el viento ayuda a las hojas a caer en otoño para que el tronco pueda lucir mejor, en el que las lluvias, a veces tan anheladas, le sacien la sed y le ayude a crecer, en el que la luna le influye en el crecimiento …
Un árbol es vida en su expresión máxima. Pero, ¿cómo dan sus primeros pasos en este mundo?
Día de otoño. Llegan las primeras tormentas, y con ellas las temperaturas empiezan a bajar. Nuestro árbol, consciente de que pronto no podrá continuar con sus actividades normales, empieza a ralentizar el ritmo , y poco a poco deja de alimentar a las hojas, las cuales van perdiendo clorofila al mismo tiempo que cambian de color. Un paisaje bellísimo a los ojos humanos, pero que presagian tiempos difíciles para el árbol.
Pero, no todo es tan malo. Las flores que se abrieron en primavera fueron polinizadas, y a día de hoy, se han convertido en
semillas
, las cuales con la ayuda del viento caen al suelo. Quizás se distancien unos pocos kilómetros, o quizás lleguen a algún lugar muy lejano a través de un río. Mientras se distancian de los padres, van pasando los días, las semanas…
Hasta que se oyen los primeros cantos de los pájaros, las abejas empiezan a trabajar, y el campo se vuelve verde. Los primeros rayos del sol penetran en las semillas, las cuales, todavía algo remolonas, empiezan a despertar .
Aunque, el ciclo no acaba aquí. A estas indefensas semillas recién germinadas aún les quedan muchos peligros por afrontar: desde hongos a insectos, pasando por pequeños animales herbívoros que no dudarán en comer cualquier planta que esté a su alcance.
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